Me paso horas y horas oyendo y leyendo noticias sobre la campaña de vacunación y cada vez estoy más confuso. Serán cosas de la edad o que uno va perdiendo reflejos, pero la verdad es que la plaga del desconcierto esta tan extendida que la mayoría de la gente no sabe a qué carta quedarse. Y por si fuera poco, cuando el personal estaba tan esperanzado con lo de las inyecciones, resulta que si unas pueden traer trombos, que si otras no acaban de estar homologadas, que si faltan dosis porque los ingleses se quedan con las suyas y con las de los demás (como si esto fuera una novedad y no una constante histórica), que si los rusos hacen una oferta de su Sputnik en plan rebajas de los grandes almacenes…Como para no estar sumidos en la incertidumbre y el canguelo. ¡Con lo contentos que estábamos cuando se anunció el hallazgo de Pfizer y lo que iba a significar!

En esto de la epidemia y la vacunación, hay demasiadas noticias y muy poca información

Tengo para mí que, en esto de la epidemia y la vacunación, hay demasiadas noticias y muy poca información. Ocurre como con las inundaciones: agua por todas partes, pero lo primero que falta es el agua potable. En este caso, nos bombardean con datos, estadísticas, opiniones y demás, nos dan fechas, porcentajes y declaraciones de expertos y afectados, pero desconocemos la realidad… Si es que esa realidad existe. ¿O qué realidad se esconde tras lo de AstraZeneca? Según los virólogos, el riesgo de trombos es mínimo (uno entre un millón) inferior, incluso, al de las píldoras anticonceptivas. La Agencia Europea del Medicamento (EMA) así lo confirma. Sin embargo, este organismo, máxima autoridad continental, habla también de “vínculos” entre AstraZeneca y casos “raros” de trombos. ¡Para qué queremos más! Se dispararon las alarmas y, a estas alturas, ya no sabemos si seguimos así o se ha rebajado el miedo.

Las autoridades, españolas y regionales, tampoco han ayudado en exceso a despejar incógnitas. Y las de aquí, menos. Castilla y León fue la única comunidad que suspendió el miércoles por sorpresa e inmediatamente la vacunación con AstraZeneca cuando ya había cientos de personas haciendo cola. El día antes se había vacunado con normalidad a los nacidos en el 56, que ahora andan un tanto asustados y a la espera de saber qué va a ocurrir con la segunda dosis. Doce horas después del parón, la Junta decidió retomar la vacunación con AstraZeneca, pero excluyó “hasta próximas fechas” a los menores de 60 años, que se han quedado en una especia de Limbo o Seno de Abraham, como decía el Catecismo, a la espera de noticias y de poder salir del purgatorio.

La situación ha llegado a tal extremo que, estos días, la pregunta más repetida es: “¿cuándo me tocará?” Y la respuesta: “Pues, no sé; a ver qué me dicen”. Y estamos hablando, claro, de una tierra con una población envejecida que, en muchos casos y para más inri, tiene que desplazarse a unos cuantos kilómetros para vacunarse, carece de medio de trasporte y de Internet para recibir mensajes y está absolutamente indefensa para reaccionar a tantas órdenes y cambios. Menos mal que los equipos sanitarios resuelven con su profesionalidad, esfuerzo y dedicación las lagunas que deja la falta de planificación y la improvisación. Veremos cómo evoluciona el asunto y si, por fin, la vacunación se normaliza y llega donde tiene que llegar. Y si se acaban las discrepancias entre la versión oficial (todo va bien, mejor que la media de tal o cual sitio) y lo que se oye en la calle (en Zamora estamos peor que en otras provincias y faltan muchos por vacunar).

Mientras tanto, como en las antiguas letanías del Santo Rosario, pidamos con fervor a las nuevas deidades que se pongan de nuestra parte. “¡Santa AstraZeneca, Ora pro nobis!”, “¡Santa Moderna, Ora pro nobis!”, “¡Santa Pfizer, Ora pro nobis!” y así sucesivamente hasta completar todo el repertorio, incluido Santo Sputnik, la patente rusa, que parece que va a llegarnos en cuanto Europa la autorice. Y si no que nos la ceda Díaz Ayuso que, pese a su aversión al comunismo anda negociando con Putin. ¡Ah, no, que Putin es todo un demócrata ejemplar!

Y pidamos también, aunque sea sin letanías, a nuestras ilustrísimas autoridades que traten de no añadir más confusión al follón y, especialmente, que saquen la pandemia y la vacunación fuera del combate político. No es de recibo, la ciudadanía no lo entiende, que algo tan serio y grave como la salud, como la lucha contra el COVID, sea campo de batalla de la guerra partidista; que si una administración dice A la de signo contrario diga B, se oponga y maniobre en contra. Así no vamos más que al encanallamiento, al deterioro de la convivencia y al daño al ciudadano.

Así que “Santa AstraZeneca, Ora pro nobis”. Amén.