En el mes de junio del año 1955, D. Juan Ruiz-Casaux catedrático de violonchelo del Conservatorio de Madrid, acompañado al piano por su joven hija de 16 años Maria del Pilar, dio un concierto de violonchelo en el cine Barrueco de Zamora, para los asociados a la Asociación Zamorana de Bellas Artes..

Al asistir al mismo se me pidió por el Secretario de dicha Asociación, subir al escenario para pasar las hojas de la partitura de piano a dicha pianista, a lo que accedí gustoso. Con tal motivo conocí a ambos y don Juan me ofreció muy atentamente darme clases de violonchelo en dicho Conservatorio durante el curso 1955-1956, que yo tenía que vivir en Madrid para acudir a la Escuela Judicial, pues hasta entonces sólo había tenido las primeras lecciones al respecto de mi padre, que tocaba tal instrumento, pero que en realidad era más bien un gran contrabajista, un sencillo pianista y además, un buen coralista de la Real Coral Zamora, dirigida por el insigne maestro Haedo.

Ya en Madrid me personé un día del mes de septiembre en el Real Conservatorio, situado entonces en la calle de San Bernardo, frente al Ministerio de Justicia, donde don Juan me dijo de entrada que tocara lo que quisiera al violonchelo, para valorar mis conocimientos. No recuerdo lo que toqué pero sí que me dijo, “tiene usted buen sonido y buena afinación, pero naturalmente le falta la técnica apropiada para tocar bien el violonchelo, lo que se puede conseguir en poco tiempo con las clases oportunas”.

Y ocurrió que después de. algunas clases me sugirió: He pensado Andrés que es mejor que vaya usted a mi casa, porque no es un alumno normal, y allí podemos dar clase con más tranquilidad, hablar de más cosas e ir algún día al Palacio Real para enseñarle los instrumentos stradivarius que allí se guardan y de los que estoy encargado de custodiar, conservar y reparar si es necesario.

Naturalmente yo acepté encantado tal sugerencia y desde entonces fui a su casa, situada en la calle Menorca, cada diez o quince días, a dar clase de violonchelo, a charlar sobre muy diversos temas y a visitar en dos ocasiones el salón del Palacio Real y la Cámara acorazada con temperatura apropiada y cerrada con doble sistema de llaves con clave, donde se guardaban entonces los cinco instrumentos aludidos: dos violines, una viola y dos violonchelos. En una de las ocasiones tocó uno de los violonchelos para mí solo,apreciando su especial sonoridad, pero sin atreverme por delicadeza a a decirle que me dejara tocarlo un poco, ni él me lo ofreció. Luego asistí en dos ocasiones a dos conciertos con dichos instrumentos, previa la necesaria invitación del Patrimonio Nacional.

La viola desapareció en el año 1813 con la retirada de las tropas francesas de España, después de la invasión napoleónica y apareció años después en la Casa Hill de Londres. Don Juan fue encargado por el Patrimonio Nacional de su recuperación y rescate

Los cinco instrumentos fueron construidos por el famoso luthier italiano Antonio Stradivari en el año datado en ellos de 1709 y adquiridos el 1772 por el rey Carlos III para el servicio del principe de Asturias y luego rey Carlos IV, buen violinista y gran amante de la música clásica.

Todos ellos son verdaderas obras de arte y unas joyas musicales, que además de su especial sonido están ricamente adornados en los bordes de ambas tapas y en sus aros o costados, con incrustaciones de marfil, madera de boj y diversos dibujos arabescos en tinta china.

La viola desapareció en el año 1813 con la retirada de las tropas francesas de España, después de la invasión napoleónica y apareció años después en la Casa Hill de Londres. Don Juan fue encargado por el Patrimonio Nacional de su recuperación y rescate.

El problema estaba en que pedían por ella cuatro millones de pesetas, lo que hizo que tal asunto fuera tratado en Consejo de Ministros con Franco entonces como Jefe de Estado español.

Y las curiosas anécdotas que el mismo don Juan me contó a tal respecto son: primera, que en el Consejo celebrado uno de los ministros preguntó: “ como por un aparato de esos nuestro hay que pagar tanto dinero”, y el ministro de Educación Nacional don José Ibañez Martín le replicó acertadamente: señor. Ministro: llamar aparato a una auténtica joya musical, no me parece lo más acertado por su parte. Afortunadamente el Consejo y el propio Franco aprobaron la adquisiciónn de la viola en el año 1951 y desde entonces se halla con sus cuatro “hermanos stradivarius” en el Palacio Real de Madrid.

La segunda anécdota es, que con posterioridad el Gobierno de los Estados Unidos ofreció a Franco un cheque en blanco para la compra de dicho quinteto de instrumentos stradivarius, único en el mundo, y que de nuevo el Gobierno español y Franco desestimaron tal proposición, a pesar de que éste le manifestó en una ocasión a don Juan Ruiz-Casaux, que a él como buen militar le gustaban más las marchas militares que la música clásica, según las confidencias literales y personales que me hizo quien fue mi gran profesor de violonchelo durante un año.

Tenemos que alegrarnos por lo tanto los españoles, de poseer tan gran tesoro musical en el Palacio Real de Madrid, y tratar de cultivar y disfrutar de la buena música especialmente en el 250 aniversario del nacimiento del gran coloso de la misma Ludwig van Beethoven.

José-Donato Andrés