Todos los años cuando el Domingo de Resurrección despierta a la vida, acostumbro a felicitar la Pascua, lógicamente la de la Resurrección del Señor, a mis amigos, Recuerdo que de pequeña, cuando me enseñaban el catecismo y otras cuestiones relacionadas con la fe católica, sor Aurora, don Daniel, el sacerdote que me dio la Primera Comunión, y el padre Bernardo Blanco, allá en mi Guinea del alma, me explicaron que el tiempo pascual comprende cincuenta días, en griego Pentecostés, vividos y celebrados como un solo día. Como si se tratara de un solo y único día festivo, como si de un gran domingo se tratara. No es para menos, Cristo ha resucitado.

Y eso es lo que yo hago todos los años cuando clarea el Domingo de Resurrección y las salvas y las campanas jubilosas reciben a Cristo y su Madre, felicitar la Pascua, con júbilo y alegría, a los amigos. A mí me enseñaron que el tiempo pascual es de suma importancia, que se inaugura en la Vigilia Pascual y se celebra durante siete semanas, hasta Pentecostés. Es la Pascua. Cristo ha pasado de la muerte a la vida. Quizá el personal no esté para estas cuestiones y menos tratándose de religión, ahora que ciertos signos no se llevan y están muy alejados de la moda imperante, pero como lo que bien se aprende, tarde se olvida, sobre todo si la fe permanece, mantengo la vieja costumbre de felicitar la Pascua de Resurrección.

Felices Pascuas no sólo en Navidad, cuando nace el Niño que viene a redimir a los hombres, sino también cuando el Niño hecho Hombre, consumada la Redención, resucita y nos devuelve la vida. Aunque nos empeñemos en verlo de otra manera, ese fue el acontecimiento que cambió el rumbo de la humanidad. La gran certeza sobre la que se sostiene la vida de la Iglesia y la de tantos millones de creyentes en todo el mundo. La Pascua pone de manifiesto que la muerte no tiene la última palabra; que el crucificado tenía razón; que, a pesar de los pesares, el mundo navega hacia buen puerto y, lo que son las cosas, que los hombres pero también las mujeres, no somos ciudadanos de segundo orden. No hay que olvidar que cuando todos le hubieron abandonado, fueron dos mujeres las que permanecieron fieles al Nazareno hasta que todo se hubo cumplido y que mujeres fueron las que primero acudieron al sepulcro y dieron el primer aviso del milagro de la resurrección. Está escrito. La mujer siempre ha desarrollado un importante papel en las cercanías de Jesús.

Todo lo dicho es más que suficiente para desearle, querido lector, ¡Felices Pascuas!