Desde que los zamoranos supimos que este año tampoco iban a salir a la calle las distintas procesiones, dejó de preocuparnos un tema que siempre ha despertado el interés de todos nosotros: la meteorología, el tiempo que nos iba a tocar en suerte una semana más de pasión. Los meteorólogos nos pusieron el caramelo en la boca, contándonos que esta semana gozaríamos, en sus comienzos, con un tiempo casi veraniego, un tiempo fundamentalmente estable. A las temperaturas nos remitían. Mire por donde, a partir del Jueves Santo, se nos anuncia que vuelven el frío y la lluvia. Elementos más propios del invierno que hemos dejado atrás.

Como de costumbre, la lluvia, los chubascos, los justos para desbaratar los desfiles procesionales, entran por Galicia, en forma de un sistema frontal que nos dejará esa forma de riego natural que nos regalan las nubes, con una particularidad, la calima que afecta a Canarias, por su cercanía con el Sahara, puede llegar hasta nosotros, enturbiando el cielo que en primavera, durante la Semana de Pasión, en Zamora, es de un azul único, limpio, brillante, con alguna nube retozona sin mayor importancia.

Cuánto nos ha importado siempre a los zamoranos la predicción meteorológica, llegada la hora de entregarse a vivir y a rezar este rosario de misterios dolorosos y gozosos que en nuestra tierra, van del Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección. Faltan por vivir los días centrales, pero ya somos muchos los que tenemos puestos nuestros ojos en la Resurrección, quizá porque se trate de una necesidad largamente esperada.

Cuánto siento que tampoco este año florezca la vara presidencial de Josué Crespo. Un amigo incondicional, una gran persona, que pone los cinco sentidos en todo aquello que emprende, además del sentido común y del otro de la responsabilidad. Ni preludio de las romerías, ni romerías propiamente dichas. A ver, los datos mandan. Tengo para mí que este año también nos quedaremos con las ganas de ver al Cristo de Valderrey ‘caminando’ por los campos, bendiciendo a la tierra y a nosotros todos. Cuánto siento que el señor Obispo, en su primer año en Zamora, no pueda compartir el pan con los romeros que somos todos.

En pocas ciudades del mundo se lleva tan a gala la importancia de ser en la vida romero, al modo y manera del tabarés León Felipe. “Romero, sólo romero, que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo, pasar por todo una vez, una vez solo y ligero, siempre ligero. Sensibles a todo viento y bajo todos los cielos”. Tiempo habrá si Dios lo quiere. Este año, no estamos pendientes del cielo.