Encordar: tam, tam (pasa un segundo largo), tam, tam, doblan las campanas por el mundo rural que ya apenas controla los esfínteres. Los sonidos broncíneos, afilados y graves se juntan y estallan en una floresta de emociones que hiere abajo, en la nata de los intestinos. El aire se rompe y desgarra las entretelas de un tiempo de telarañas que aún respira, pero que cobija solo números últimos. Es mediodía de hoy, cuando la primavera asoma las orejas, cuando los campaneros manejan el ronzal de los sentimientos… Y no es rocío, no, que son lágrimas posadas en los campanarios por los que ya no están, por los que se han ido, por aquellos que siguieron la estela marcada en los despachos de cuadros grandes y verdes de viesas infinitas.

Tocar a rebato: tam-tam-tam-tam…, deprisa, deprisa, que el fuego viene herido como el guarro tras el ojeo y lanza “jabetadas” a diestro y siniestro. Que la tormenta se ondula revirada por Matachivas y esa nube blancuzca tiene mala pinta, ¡cabrona!, que trae piedra en las entrañas y miseria en el alma, otro año más de airear procesiones, que ya no quedan mozos que se atrevan con las venias por el enganche corto del pendón, que agobian los años y los cataplines andan arrugados.

Toque del Ángelus: tam, tam, tam. Y el campo se para y sisean los primeros vencejos, aún famélicos, mientras la vega se pone pinturera y viste trajes verdes, acaramelados donde se pega la marea que respira, titilante, la rivera.

Repique: tam, tam, potitera tam, potitera tam… Los campaneros de toda España se han puesto hoy muda limpia para recordar la revuelta blandita y “chuche” de la España Vacía que acabó aplastada como un gato asilvestrado, diluida en el asfalto capitalino. Dos años han pasado y el caneco sigue vacío. Tocad, tocad, valientes, hasta hacer reventar los oídos de aquellos que no escuchan, al menos que aguanten la serenata, qué se jodan.

Señales: tres antes de que empiece la misa. En los últimos años se han dado miles sin que nadie haya hecho caso. Teresa Ribera, la ministra del ramo seco, dice ahora que hay que acabar con la España de las dos velocidades, ja, y se ha sacado del sobaco un Erasmus rural, ja. Mientras, blinda los lobos y deja a la intemperie a los ganaderos. Las cosas están claras.