Tomo prestadas de Eva Crespo, la aguja y el hilo con el que cosió al Pregón de Semana Santa 2019, las hermosas, sentidas y cercanas palabras, con las que nos cautivó a todos, porque todos nos sentimos identificados con aquel relato suyo en aquel su pregón “de la concordia, del encuentro, del sentido común, de la mano tendida a la tradición y del reconocimiento a la esencia religiosa”. Si esa esencia, querida Eva, deja de trasminar su aroma algún día, habrá que llamar de otra manera a la Semana de Pasión. Ya nada sería igual, de ahí el aplauso unánime de los creyentes a los que, sin miedo, sin circunloquios y sin florituras, habéis blasonado de vuestro fervor, los que nos habéis hecho vibrar, los que a través de vuestras palabras, habéis mantenido viva la llama de la “esencia religiosa” que algunas veces me ha parecido evanescente.

El Domingo de Ramos, fue también domingo de encuentros en los aledaños, a las puertas y en el interior del Teatro Ramos Carrión. Se observaron escrupulosamente las medidas de seguridad impuestas por esta situación que lo ha frustrado casi todo. Que bien me vinieron la aguja y el hilo de Eva, porque con ellos pude recomponer algunas situaciones, si no rotas, sí deshilachadas, que necesitaban con urgencia un buen zurcido.

La que más me emocionó, la de David. Fuimos muchos los que aplicamos al encuentro, en ese domingo radiante, la concordia y el sentido común, que a su pregón aplicó Eva Crespo.

No eran todos los que estaban pero, posiblemente, estaban todos los que eran. Isabel García Prieto, presidenta de la Junta de Cofradías, se arriesgó organizando un acto que a nadie dejó indiferente. Hay que agradecerle a Isabel su valentía en tiempos de pandemia. Estoy obligada a decir que cuando hablo de la Semana Santa de Zamora, pierdo la ecuanimidad y doy rienda suelta a esa profunda pasión que llevo cosida a las entrañas, por todo lo que significa en mi vida. En la profesional con las retransmisiones que realicé a través de Radio Nacional y Radio Exterior de España, las veces que me convertí en cicerone de los que llegaban de fuera atraídos por todo lo que atrae de nuestra Semana de Pasión. Y en lo personal, porque en casa también se vivía aquello que Eva relataba en su pregón con el amor de una madre como hilo conductor.

Con aguja e hilo cosí el pasado domingo muchos recuerdos a mi memoria, sobre todo los de Emilio y Carmen, mis buenos padres, de cuya mano empecé a conocer, a vivir y a querer a la Semana Santa de Zamora.