Seguí íntegramente la moción de censura debatida el pasado lunes. He sobrevivido, aunque a veces lo dudo. Fueron unas cuantas horas de sillón, tele, libreta de apuntes (como en los viejos tiempos), boli, detector de mentiras, radar de exageraciones, constatación de que hay políticos, muchos, que sin la demagogia y el manual del partido no son nada y, al final, como intuía, saqué muy poco en limpio. Eso sí, me reiteré la pregunta que me asaltaba desde que supe que se iba a debatir la moción: ¿servirá para algo? Y no me refiero a si provocaría o no un cambio de gobierno (estaba cantado que no iba a prosperar), sino a si lo dicho ese día en las Cortes podría motivar o no alguna variación en la hoja de ruta, o lo que sea, que se ha marcado la coalición PP-Ciudadanos. No parece. Sus cargos y portavoces dijeron estar muy contentos y orgullosos de cómo están gobernando Castilla y León. Es decir, que continuarán así.

La moción careció de emoción. Era la primera que se debatía en el legislativo regional, pero la mayoría de los argumentos manejados sonaban a conocidos, casi a rancios. Eché en falta frescura, originalidad, capacidad de improvisación, tanto en los ataques como en las defensas. Mucho de lo expresado me sonaba a cualquiera de los debates sobre el Estado de la Región que, durante años, tuve que seguir y resumir: el presidente de la Junta alabando sus logros sin un asomo de autocrítica y los líderes de la oposición censurando todos y cada uno de los apartados sin salvar nada de nada. Dos visiones tan lejanas y contrapuestas que, en ocasiones, no se sabía si estaban hablando de la misma comunidad. Y, por lógica, en aquel panorama estaba sentenciado de antemano lo que iba a suceder con las propuestas de resolución que presentaba cada grupo: las del PP salían todas; las del PSOE se rechazaban. No importaba que algunas de los populares fuesen meros brindis al sol y que algunas socialistas tuviesen su razón de ser. Las mías adelante; las de los otros, fuera.

El lunes, también se repitió un argumento muy socorrido cuando aquí gobierna el PP y en España el PSOE: el victimismo. Hubo momentos en los que algún que otro orador se parecía a los del procès. España nos roba, dicen por Cataluña. El Gobierno social-comunista nos maltrata, nos discrimina, oímos en las Cortes de Castilla y León a portavoces, o cargos, de la coalición gobernante. Qué curioso: solo se oyen estas quejas cuando en la Moncloa está el PSOE. Con gobiernos de Aznar, que, por ejemplo, valoró muy mal las competencias de Sanidad, o de Rajoy, que nos pegó unos recortes de los que tiembla el misterio, desapareció el victimismo y todos tan contentos. Aquí tragaban con lo que fuera, pero si hay cambios en Madrid, a sacar la estaca y a quien Dios se la dé San Pedro se la bendiga. Y, claro, en el PSOE sucede exactamente lo contrario. Si gobierna el PP en España, sacamos a relucir la marginación y los agravios comparativos, pero si gobiernan los nuestros, entonces defendemos a muerte las inversiones y los proyectos. Y esto, todo esto, no contribuye en nada a que la ciudadanía confíe en los políticos y en las autoridades.

Los prolegómenos, desarrollo y desenlace de la moción sí trajeron un cambio que puede pesar en el futuro: la coalición PP-Ciudadanos ha perdido la mayoría absoluta. Tras el paso de la procuradora salmantina María Montero, exCs, al grupo mixto se ha quedado con 40 escaños de los 81 posibles. Esto va a obligar al dúo Mañueco-Igea a tener que negociar leyes básicas como la de Presupuestos. ¿En quién se apoyarán? Hay opiniones para todos los gustos. El voto de Vox levantaría sarpullidos entre algunos naranjas. El de la Unión del Pueblo Leonés (UPL) está muy caro, sobre todo si sigue empeñada en vincular apoyos parlamentarios al reconocimiento (¿dónde, cómo, cambiando ya la Constitución?) de la Región Leonesa. Por cierto, ¿cuántos concejales, alcaldes, diputados, votos tiene la UPL en Zamora y Salamanca para que el procurador leonesista siga hablando del sentimiento leonés de estas provincias y se erija en su portavoz cada vez que sube a la tribuna?

Parece más que probable que Mañueco-Igea busquen el apoyo de Por Ávila, al fin y al cabo una escisión del PP. Y los abulenses subirán el precio. Sí, pero inversiones para Ávila. Y como quiera que el dinero no se saca de una chistera, pues a alguien tendrán que restárselo. Es decir, lo mismo que nos quejamos de los nacionalistas, que con pocos votos, pero necesarios, se llevan más de lo que les tocaría. En fin…

El tiempo nos dirá de balde si, tras la moción de censura, cambia algo el panorama. No lo creo. Mañueco, Igea y sus huestes salían felices y orondos el lunes. Todavía les dura.