Es incomprensible que mientras a los residentes en España no se les permite desplazarse entre comunidades autónomas para evitar los contagios que, desgraciadamente, siguen produciéndose y así dar al traste con la amenaza de la cuarta ola, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez mantenga la luz verde a los viajes de ocio de los turistas extranjeros. Turistas procedentes de países azotados nuevamente por la pandemia, con un elevado índice de contagios y la aparición de cepas letales.

Sánchez se ha aferrado a que la Comisión Europea pide que no se cierren las fronteras para traslados intracomunitarios porque ello no garantiza que el virus deje de transmitirse y ha defendido que, al mantenerlas abiertas, está siguiendo las recomendaciones comunitarias. Para unas cosas que bien nos vienen las directrices comunitarias, para otras, ni puñetero caso.

Sin embargo, Bruselas ha pedido “coherencia” en las restricciones para evitar situaciones como las que tendrán lugar en España en Semana Santa, con los turistas desembarcando por ocio mientras los españoles no pueden desplazarse a otro territorio a visitar a familiares y amigos. Resulta incoherente. A los distintos grupos parlamentarios que cargaron contra el Gobierno, les ocurre tres cuartos de lo mismo, hablan de incoherencia. La catarata de críticas ha sido impresionante.

El presidente no tiene ninguna intención de rectificar. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad ha estado dispuesto a poner nuevamente el toque de queda a las ocho de la tarde, en medio de la indignación de los sectores más afectados, fundamentalmente la hostelería que empieza a ver nubarrones en ese horizonte que, momentáneamente, se había despejado.

El aeropuerto de Madrid-Barajas y otros tantos aeropuertos españoles, especialmente los de las islas, son un coladero permanente de turistas. Dicen que entran en España con la pertinente PCR. Vaya usted a saber si es real o prefabricada. Alemania, Francia y Reino Unido se quitan de encima a un buen número de ciudadanos que se vienen a la permisiva España a beber, a vivir, y a lo mejor a hacer de la bronca su modus operandi.

Es verdad que la pandemia económica que se nos avecina es grave de solemnidad, pero las cosas se pueden hacer de otra manera. Nos están metiendo el miedo en el cuerpo a los nacionales mientras que los extranjeros podrán campar a sus anchas. Lo mismo hasta vienen vacunados, pero es que en España llevamos un retraso preocupante en la vacunación y como de costumbre, nos pillan en paños menores.

No sé si el problema son ellos o nosotros, lo que sí sé es que los expertos avisan sobre la cuarta ola en España, asegurando que ya es imposible frenarla.