Una de las funciones esenciales de las entidades supranacionales, nacionales, autonómicas o provinciales es la defensa y protección de quienes las integran. Cuando vienen mal dadas, como ahora, es cuando tiene que notarse que sirven para algo, además de para recaudar impuestos y maniatar la vida cotidiana con leyes y normativas de discutible utilidad social en muchos casos. La ciudadanía está agotada y sonada como los viejos boxeadores por tanto golpe bajo en cataplines y ovarios. Durante la pandemia ha aguantado lo que no está escrito por puro miedo. Y lo sigue haciendo. Está siendo víctima de pésimos gestores que están escondiendo su ineptitud debajo del llágano.

El COVID está poniendo a cada uno en su sitio y la vieja Europa vieja no está en los puestos de arriba. La pandemia solo se va a doblegar con la vacuna y por eso volcarse en su aplicación debería ser cuestión de estado. No parece que esté ocurriendo así. Las vacunas no llegan al ritmo que deberían y las farmacéuticas mercadean al mejor postor porque no han sido agarradas por donde corresponde en la negociación de compromisos. Dan envidia las cifras de vacunados de Estados Unidos, Israel, Arabia Saudita o Reino Unido. Aquí seguimos mendigando dosis y cuando las tenemos no somos capaces de inyectarlas todas a tiempo.

Si bajas escalones, la situación es aún más deprimente y uno (y otros muchos seguramente) tiene la sensación de que aquí, en Zamora, vamos a ser de los últimos en completar el cupo de inoculaciones, ¿por qué será? Son indignantes situaciones como la vivida con las vacunas de AstraZeneca.

Se suspende la vacunación del compuesto británico porque había ciertas sospechas sobre riesgos, que quedan diluidas por un informe de expertos europeos. La vacunación se reanuda rápidamente en varios países, ¿y en España? No, aquí, ha habido que esperar a la reunión del lunes de los politicastros de turno para que dieran su aprobación. El pasado viernes no pudieron reunirse, no, que era fiesta en varias comunidades.

Hemos perdido una semana de vacunación con el preparado de marras. ¿Cuántos infectados más? ¿Cuántos muertos? No pasa nada. Aquí los necios tienen patente de corso.