Hay muchas cosas inclasificables en el tiempo. La mayoría de las vivencias son la sensación que incita al olvido y con determinación se alejan de nuestra mente. Qué de veces al explicar “algo” somos la expresión decadente que se estrecha por falta de criterio...

En general, por culpa de los prejuicios, somos el tono insolente que a la hora de hablar no arriesga nada. Hay temas de conversación que ponen en riesgo la vergüenza (sonrío) y causan risa floja en los mojigatos. Vamos a ver, díganme ustedes con cercanía y determinación, si han olvidado el día que hicieron por primera vez el amor... Nuestra sociedad, por lo visto, no acaba de conquistar la naturalidad y vive en desacuerdo con todo aquello que recuerda lo humano. Hace pocos días, mi amiga Eva, se puso hablar de virginidad y la conversación acabo pareciendo una “blasfemia”. Sí, por lo visto, con el tema (sonrío) estalló el prejuicio y nadie se acordaba de “semejante acto”. Hay temas de conversación que son el movimiento de una educación soterrada en lo políticamente correcto. El tabú es el padre de una familia muda que con angustia se conmociona por todo.

El tabú es el padre de una familia muda que con angustia se conmociona por todo

Qué triste (opinión subjetiva) no reconocerse en la libertad del pensamiento y olvidar (para la ocasión) la primera vez que “echamos un polvo”. El mejor homenaje que podemos ofrecer a la virginidad es no olvidar la fecha. Junto al discordante alboroto que producen muchos temas, se encierra una educación que recela de todo. Creo que la vida es un pensamiento libre... Y las personas que recelan por entero de semejante voluntad les aconsejo que se vayan con sus prejuicios a tomar por saco. Me parece maravilloso poder hablar de todo. Solo lograremos fecundar la vida y con abundancia multiplicar las ideas.