Es bien conocido que los romanos eran unos auténticos magos con el uso y el manejo del agua. En muchas partes de la península, han dejado una importante muestra de ello. Y Zamora no iba a ser menos. En el vecino municipio de Molacillos, cercano a la capital, en un enclave que se conoce como el Teso de la Mora, se encuentran unos restos arqueológicos de época romana que están considerados entre los tres más importantes de su categoría en todo el país. Por lo que uno podría pensar que es bien conocido por todos y que cuenta con una gran afluencia de visitantes.

Pero por desgracia, nada más lejos de la realidad, aunque este lugar ha vivido momentos mejores. En el periodo que va desde el año 10 a.C. hasta el año 30 d. C. los romanos construyeron y utilizaron estas cisternas que podían almacenar hasta 400.000 metros cúbicos de agua de origen pluvial, para el abastecimiento de sus tropas, lo que originó un asentamiento militar. Era la época de las guerras cántabras, donde aquellos pueblos del norte, junto a los astures, intentaron resistir a la invasión romana. Pero todavía, hoy en día, el asunto sigue sin ser estudiado en profundidad. Además, estas cisternas no fueron las primeras construcciones del lugar, ya que, según algunos estudios, parece que hubo una ocupación anterior y que podría pertenecer a la Primera Edad del Hierro. Aunque tampoco se ha investigado demasiado.

Actualmente, es evidente que de allí ya no se recoge agua, porque quedó en desuso cuando los romanos abandonaron aquel lugar, probablemente allá por el siglo I d.C., por lo que solo algunos amantes de la bicicleta visitan el entorno ya que hay una ruta que parte desde la propia capital hacia Molacillos y el castro. Y los vecinos de la zona que pasean por allí disfrutando de aquellos bellos parajes. Así que, prácticamente quedó en el olvido desde que se fueron los últimos romanos.

Bien es cierto, que entre los años 70 y principios de los 80, del pasado siglo, se empezó a divulgar de nuevo la importancia arqueológica del Teso de la Mora por parte del zamorano Virgilio Sevillano, y de los prehistoriadores Ricardo Martin Valls y Germán Delibes de Castro. Por lo que algo verían allí que llamó su atención. Aquello llevó a que en el año 1983 se abriera un expediente para declararlo Bien de Interés Cultural. Pero de nuevo, aquel esfuerzo cayó en sacos rotos, y no se consiguió tal categoría en aquel momento. Posteriormente, la Unión Europea y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional acudió al rescate, poniendo fondos para su restauración como proyecto de cooperación transfronteriza entre España y Portugal, entre los años 2007-2013. Finalmente, en el año 2010 se inauguró el resultado de los trabajos realizados. Pero el expediente para declararlo Bien de Interés Cultural seguía estando abierto. Así que, aquellos restos arqueológicos volvieron a caer en la indiferencia.

Apostar por un turismo de interior sostenible, podría ayudar a revitalizar nuestras zonas más abandonadas. Y no solo de turistas hay que vivir, también es un reclamo para estudiosos e investigadores que quieran seguir indagando

Si ahora visitas la zona, se puede comprobar que el vallado empieza a estar deteriorado por las inclemencias del tiempo, por lo que es visible el deterioro, así como el poste anunciador de la entrada, roto y caído en el suelo, al igual que los accesos están complicados, por lo menos con vehículos a motor.

Pero la vida nunca deja de sorprenderte, y cuando parecía que todo estaba perdido, llegó la buena nueva vía Boletín Oficial del Estado, ya que desde el pasado día 16 de febrero de 2021, tan solo hace unos días, han sido por fin declaradas las cisternas romanas del Teso de la Mora como de Bien de Interés Cultural.

Pero que las buenas noticias no oculten la realidad, ya que necesitan de nuevos cuidados, una mejor accesibilidad y mayores posibilidades de poder visitarla. Además, el propio castro invita a seguir investigando, porque todo parece indicar que se podrían encontrar nuevos restos arqueológicos, bien del asentamiento militar romano, pero también del poblado que parece que existió allá por la Primera Edad del Hierro.

Así que podríamos aseverar que este lugar ofrece oportunidades, solo hay que seguir insistiendo en su cuidado y, sobre todo, promocionar el lugar, ya que es poco conocido para la mayoría de los ciudadanos. Tenemos que darle valor a las cosas como se merecen, y creo que a este lugar no se le está prestando la suficiente atención. Aunque me gustaría pensar que esta nueva noticia podría ayudar a reavivar estos restos arqueológicos. Zamora y sus entornos aún tienen mucho que ofrecer al resto de la península y a otros visitantes. Evidentemente, habrá que esperar a que nos podamos desplazar con cierta normalidad. En cualquier caso, apostar por un turismo de interior sostenible, podría ayudar a revitalizar nuestras zonas más abandonadas. Y no solo de turistas hay que vivir, también es un reclamo para estudiosos e investigadores que quieran seguir indagando en los restos arqueológicos que allí se encuentran. Hay que pensar que, si se ha podido cerrar el expediente después de tantos años, se puede vislumbrar un futuro más halagüeño del que ha vivido hasta ahora, porque de verdad que la ocasión lo merece.