Y tal vez hasta salga a la calle a decir que esta boca es mía.

Porque este año se ha aprovechado la situación de pandemia declarada para atacar al movimiento feminista en los contados casos en que han convocado manifestaciones con motivo del día de la mujer trabajadora con todas las precauciones del mundo y los permisos necesarios.

Han acusado de irresponsabilidad a las mujeres, a quienes previamente ya han cargado el estigma de la extensión del COVID el 8 de marzo del año pasado por salir a la calle masivamente cuando aún no se conocían los riesgos de contagios más que en círculos científicos muy reducidos en su caso.

En España se vivía una situación de normalidad que permitía salir a la calle a todo el mundo que quisiera. Pero la anormalidad que supone el machismo ha encontrado en las mujeres la causa del mal, como en la Biblia la de la pérdida del paraíso por comer una manzana prohibida.

Fútbol, caza y toros; metro, trabajo y viajes; bares, playas y vacaciones… hasta sexo, drogas y “rokanrol”. Todo estaba permitido el 8 de marzo de hace un año. Pero las culpables de extender el virus fueron sin duda las feministas irresponsables con sus gritos de igualdad tras sus pancartas violetas.

Por eso este año en Madrid hasta los jueces, esos señores tan serios, han decidido que las mujeres que se manifiestan son unas irresponsables y les han prohibido pisar las calles para seguir reivindicando juntas, con distancia y mascarillas, que esta boca es mía.

Y que son mías las manos de mujer que en los hospitales donde son mayoría han cuidado a los enfermos de COVID, como llevan cuidando a otros toda la vida en la salud y en la enfermedad en sus casas, cargando con el peso de un trabajo invisible socialmente.

Y que es mío el cuerpo sobre el que algunos creen tener su propiedad para insultarlo, golpearlo, violarlo o matar.

Y que son míos los pies con los que quiero salir a la calle a defender mi vida, mi trabajo y mis derechos, y con ello los de todas las personas del mundo.

Los herederos de quien dijo hace años “la calle es mía”, de la derecha retrógrada de España, siguen pensando que la calle es suya y de cualquier manifestante que defienda causas serias como la guerra (los participantes en la División Azul), el trabajo asalariado (que es el de los hombres), y otras reivindicaciones serias y de toda la sociedad. Y no sólo cosas de mujeres.

De esas mujeres que con la pandemia han aumentado su carga de trabajo del cuidado, se han contagiado en los hospitales luchando con sus compañeros contra el virus, y han perdido su trabajo volviendo a superar en número de nuevas paradas a los nuevos parados.

Creo que este año las mujeres deberían haber dado ese ejemplo de responsabilidad añadida de quienes sostienen el mundo y manifestarnos sólo con las palabras que sostienen nuestro pensamiento feminista de luchar por erradicar las desigualdades.

Pero ante los nuevos ataques de culpabilidad del virus, que se unen a los de sectarismo y “feminazis” de quienes son neonazis, justifico el derecho a salir a la calle con mascarillas violetas a defender el pan, el trabajo, la igualdad, la alegría y la salud.

¡Salud a las mujeres y a los hombres feministas que no se callan!

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