“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. No era un sueño” Así comienza el relato de la Metamorfosis de Kafka.

Cuando el concejal se despertó una mañana después de un sueño intranquilo se encontró la ciudad llena de solares. No era un sueño. En pleno centro de Zamora y sobre todo en el casco histórico nacían solares vacíos que se adueñaban del corazón de la ciudad. Inquietado por la transformación, comenzó a preguntarse qué le pasaba a la ciudad.

No podía explicarse cómo en el histórico casco para el que existía un Plan Especial de protección que incluía una prospección arqueológica antes de edificar, y unas estrictas normas de construcción sobre alturas máximas, tipología de las edificaciones, mantenimiento del trazado medieval de las rúas, conservación de edificaciones o fachadas, y algunas más ¿Cómo con tantas prescripciones para protegerlo, los edificios se arroñaban y los solares se convertían en eriales?

No entendía que los propietarios de casas, no solo no las mantuvieran en pie, sino que cuando acababan transformándose en solar, tras amenazar ruina o arruinarse sin aviso, ni siquiera los vallaran o los mantuvieran en condiciones de salubridad ¿Cómo podrían existir unas leyes que protegían la propiedad privada hasta cuando estaba “llena de ratas”, como decía el concejal? Agradecía el concejal a la Iglesia el interés en seguir aumentando su patrimonio en el casco histórico debido a que un líder de su partido llamado Aznar, le había permitido inscribir las propiedades que parecían abandonadas por quienes no podían mantenerlas ¿Cómo podía la Iglesia mantener en pie sus propiedades en el casco histórico cuando otros propietarios las dejaban transformarse en solares?

Se preguntaba por qué no se construía en esa zona de la ciudad cuando en otros lugares alejados del centro crecían urbanizaciones donde vivía la gente más joven ¿Cómo es posible que la gente más joven optara por comprar las viviendas donde eran más baratas cambiando con ello la fisonomía de la ciudad?

No conseguía recordar por qué años antes los zamoranos con mayor poder adquisitivo habían abandonado el centro para irse a vivir al ensanche en la zona de las avenidas de calles anchas y edificios altos como se llevaban entonces ¿Cómo los zamoranos habían abandonado el centro?

Tampoco que había sido el Ayuntamiento de entonces el que con la justificación de que tenía que correr el aire por motivos de salud, había derribado una Puerta de la Muralla, la de Santa Clara, animando a los zamoranos a abandonar el Casco Antiguo ¿Cómo no hacía algo el ayuntamiento? Inquietado por la transformación, salió a denunciarlo públicamente a la vez que levantó el dedo acusador contra el gobierno municipal.

Cuando la concejala se despertó una mañana después de un sueño intranquilo se encontró un ayuntamiento con un remanente millonario. No era un sueño. En las arcas del ayuntamiento el remanente había engordado hasta llegar a 37 millones de euros que no se habían gastado el año anterior. Inquietada por la transformación comenzó a preguntarse.

Solo era algo más de peso que los años precedentes, pero no pudo menos que inquietarse al recordar el peso del remanente que la concejala había alcanzado cuando dejó de presidir una cercana institución, que era de 60 millones. El caso es que comenzó a preguntarse: ¿qué pasa para que las arcas del ayuntamiento que su partido mantenía a dieta, con déficit permanente de dinero, hayan engordado tanto?

No recordaba que cuando gobernó su partido en el ayuntamiento de Zamora, endeudó a la ciudad con obras que se pagaban aunque no se hicieran como el edificio municipal. Tampoco que subieron los impuestos, y que un tal Montoro, ministro de su gobierno, sacó una ley que impedía gastar los remanentes ¿Cómo es posible que se aumenten los remanentes cuando se hacen más de doble de obras que antes?

Cuando el concejal se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un ¡concejal de la oposición! No era un sueño

Viendo que el alcalde y los concejales también colaboraban a engordar el remanente porque cobraban menos de la mitad que antes, buscó una explicación a esa transformación del déficit al superávit en el ayuntamiento: ¡Vagos son, que trabajan a media jornada y no gastan el dinero! ¿Cómo iba a entender su pensamiento liberal que se trabajara lo mismo cobrando la mitad y haciendo obras a pie de calle?

Inquietada por el misterio de trabajar más y cobrar menos que transformaba el ayuntamiento y la ciudad, salió a denunciarlo públicamente a la vez que levantó el dedo acusador contra el gobierno municipal. (Mientras, en la Diputación sacaban pecho de ser el doble de vagos porque tenían el doble de remanentes). Cuando los concejales se despertaron una mañana después de un sueño intranquilo se encontraron unos árboles talados. No era un sueño. Sí ha sido una pesadilla para el responsable de no haber podido evitarlo, cuando le duele hasta arrancar una pequeña rama que se meta por las ventanas de las casas.

Inquietados, esta vez por la transformación que parecía el regreso a sus políticas no medioambientales, comenzaron a preguntarse si volvería también la ciudad del progreso que favorecía los desplazamientos en coches, mediante la construcción de aparcamientos subterráneos que exigían talar o trasladar los árboles que había y no poderlos plantar nunca, tal y como hicieron unos en Reyes Católicos y otros mucho antes en La Marina (las Tres Cruces se salvaron).

Escandalizados, no tardaron unos en denunciar que respondía a un trato de favor a constructores, y otros en proponer una ordenanza, un plan, algo que frenara lo que habían hecho hace años los de su partido. La pérdida de arbolado sirvió para retratar a todos: los que piensan que sólo puede ser un trato de favor a una constructora, los que quieren olvidar que gobernaron hace mucho y hace poco, y quien ante un error hace lo posible por corregirlo.

Pequeñas transformaciones: en la ciudad que había abandonado su casco antiguo, se comenzaba a destapar la murallas; en la que había crecido hacia la periferia dejando solares en el centro y necesitando desplazarse en coches que necesitaban aparcamientos subterráneos, se protegían las zonas verdes; en la que se gastaba en edificios fantasma, se arreglaban las calles por donde pasan los ciudadanos; se retrasan los proyectos pero se hacen, porque hay dinero y no deudas

Pero la verdadera metamorfosis es ésta:

Cuando el concejal se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un ¡concejal de la oposición! No era un sueño.