A mis grandes amigos y personas, Juan Merchán y Alberto, grandes admiradores de la muy románica, modernista, bella y “coqueta” ciudad de Zamora.

Normalmente el común de los mortales desea ser feliz; aunque siempre haya algún masoquista o con patologías mentales; pues conlleva, entre otros aspectos, alegría, encajar mejor las vicisitudes de la vida; disfrutar, sanamente, más y mejor de cada segundo de la existencia, encontrarse anímicamente mejor, etc.

Es tal la importancia del humor en la existencia del ser humano, que la cultura; como no podía ser de otra manera, sí es que merece tal nombre, pues tiene que reflejar lo que al género humano le ocupa y le preocupa; ha recogido esta manifestación del comportamiento humano a través de la música, El barbero de Sevilla, (Il barbiere di Siviglia, de Rossini; la literatura, e El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, en parte ; el teatro, Alta fidelidad, de Edgar Neville; el cine, Sopa de ganso, (Duck Soup ), de Leo McCarey; la pintura, Pasión flamenca, de Antonio Mingote, etc.

Y claro está, como toda tarea intelectual; el humor puede ser bueno, malo, y malísimo; dependiendo del ingenio y del esfuerzo empleado en su configuración. Así, el denominado “british” suele caracterizarse por su elegancia; el “hispánico”, por su socarronería; y el del “sal gruesa”, por su ordinariez, por lo que mejor dejarlo. Quizá, todos ellos se diferencian por su adaptación, y reflejo, de la distinta idiosincrasia de las poblaciones donde surgieron, por eso se entiendan, y se disfrutan más en cada una de ellas, respectivamente; no obstante, a poco que los analicemos, el bueno refleja valores universales y la problemática atemporal del ser humano.

Y es que las personas que tiene la suerte de tener sentido del humor; que suelen ser muy felices, demuestran bonhomía, sensibilidad e inteligencia; son, también, serviciales pues tratan de hacer felices a los demás contándoles aquellos chistes, recomendándoles libros, películas, músicas, obras teatrales, programas de televisión, etc., para que disfruten de ese talante.

Y tengamos las “ideas claras y el….”, y “no confundamos churras con m...”, “seudointelectuales” y “personas con el ceño fruncido”, y es que el que tiene sensibilidad disfruta y valora el humor suele ser una persona muy responsable, muy seria, en el riguroso cumplimiento de sus obligaciones, pues el humor le hace entender más y mejor la actitud humana, especialmente cuando se lleva al “absurdo”.

O es que el lector no “se lo pasa bien” viendo las geniales interpretaciones de Paco Martínez Soria en “Hay que educar a papá” o “Estoy hecho un chaval“. Eso sí, la intelectualidad autodenominada “progre” dirán que son “casposas” como, por extensión, los miles de ciudadanos que las han visto, las ven en “Cine de barrio”, y las verán. No se darán cuenta que en mi “pueblo” los califican haciendo alusión a una “legumbre”.

Si es que hasta la salud, tanto física como psíquicamente, se ve favorecida por el humor como está archidemostrado, con evidencias “mil”, por las experiencias de los profesionales de la psiquiatría, psicología y medicina; pues, de hecho existe tratamientos denominados de “riso terapia”, que favorecen la articulación de los músculos de la cara, el olvido de dramas y penurias, la elevación del ánimo para “coger el toro por los cuernos” de la vida.

Sean “marxistas”, o sea seguidores de los “desternillantes” hermanos Marx. Por cierto, “Éstos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”, ja, ja, ja…

Y sí, “Humor se escribe con h”, título de un programa lúcido, de la “mejor tele que hubo en España, “más, menos en la época de Atapuerca”, según “m´apunta mi tátara”. ¡Que lo rían bien, y con ganas¡. Que puedan decir: “Estoy hecho un chaval”. No vayan por la vida como si “tuvieran úlcera de estómago”, como “perdonavidas”. Hagan felices a los que les rodean y a ustedes mismos…¡Of course¡. Que su entorno les tenga algo de cariño y de respeto, que no temor y odio. Que “Amor se escribe sin hache”, Jardiel Poncela “dixit”.

Marcelino de Zamora.