Una persona, mínimamente” leída”; es decir, que no solo lea el “Marca”, “Hola”, y demás prensa deportiva y revistas del “cuore”; se habrá encontrado, bastantes veces, con alguna expresión latina; pues no olvidemos, pues seguro que lo aprenderían en el “cole” y en el “insti”, y siempre que, claro está, no hayan ido “a pasar el rato”; que nuestro riquísimo idioma, el español, tiene como raíz la lengua de Cicerón y del imperio romano que “habitaron entre nosotros” durante varios siglos, desde el año 218 a.c. hasta la llegada de los visigodos al comienzo del siglo V, tanto como la de los musulmanes; y que tantas estelas, monumentos y “epigrafía” dejaron a lo largo y ancho de “Hispania”.

También hay que considerar, quienquiera no ser “borrego”; y sí disfrutar de lo poco bueno que deja el género humano; que gran parte de la cultura está escrita en latín, durante muchos años idioma de culto. Así, el texto “De constantia”, del cordobés Publio Anneo Séneca; las letras del canto gregoriano, a excepción del “Kyrie Eleison”, en griego; como las lecturas de la misa y demás liturgias religiosas católicas hasta la llegada del Concilio Ecuménico Vaticano II, a partir del cual se pueden desarrollar en la lengua vernácula de cada lugar, especialmente la Santa Misa, salvo en la “misa mozárabe”, “liturgia hispánica”, que se celebra en las catedrales de Toledo, Sede Primada de España, vieja de Salamanca e Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso, de Zamora, entre otros lugares. Y cuando en estos tiempos “to el mundo, mundial” tiene el “bachi” en el cual, mucho o poco, tanto de ciencias como de letras, han escuchado y leído, al menos, latín; lengua que se enseña para entender, comprender, explicarse, etc., tanto el castellano, las inscripciones latinas de los innumerables edificios y construcciones romanas y clásicas; como los cánticos religiosos, de los que existen multitud de partituras pendientes de descubrir, estudiar, pasar a escritura y anotaciones modernas, interpretarlas, difundirlas y escucharlas en DVD, pen-drive, streaming, etc.

Y es que en esta sociedad que solo piensa en el placer “sin más, y sea como sea”; pues la inmensa tragedia que está suponiendo el Covid-19, en vidas humanas, en las patologías de los que sobreviven, en las pérdidas de empleo, de empresas, etc., no está sirviendo de nada para mejorar la condición humana, más bien al contrario, para “heredar”, para ocupar la casa, la plaza de garaje y la póliza del seguro de vida de los “papis” y de “lalos” que se “van”; como aprender y poner en práctica mil y una picardías de un paisanaje que tan bien se les da hacerlas.

El “personal” no quiere darse cuenta que el “verdadero placer” está en la lectura, en la escucha de buena música clásica o contemporánea, en el visionado de buen cine, de la asistencia al teatro, a los conciertos, en una buena tertulia y escucha atenta con la poquísima gente que lo merece, etc. Claro, que esto exige un saber, aunque sea mínimamente, “leer, oír y ver”, lo que tendría que haberse adquirido, salvo que el personal se preocupe posteriormente de aprenderlo con el “profe Google”, en la escuela y en casa.

Marcelino de Zamora