Es algo más que conocido que ningún partido político es tan eficaz y despiadado como el PSOE cuando saca los “doberman” a lanzar dentelladas a sus adversarios políticos y a cerrar filas para defender a los suyos, hayan cometido la tropelía o el delito que hayan cometido. Como la memoria es frágil, poco se recuerda como la primera condena por financiación ilegal de un partido político en España dio con algunos socialistas catalanes en la cárcel. Eran los tiempos de Filesa, Malesa y Time Export. Tampoco se recuerda mucho cómo en el año 96, en intento desesperado de mantener el poder tras las decenas de casos de corrupción multimillonaria de los últimos gobiernos de Felipe González, el PSOE se sacó de la manga el vídeo en el que los doberman (en realidad pitbull) como metáfora del PP de Aznar amenazaban en blanco y negro con acabar con el progreso en colorido alegre que representaba el socialismo.

Al gobierno de Castilla y León -Mañueco e Igea y viceversa- se le puede criticar sin paliativos por la mala gestión de la pandemia en la que, bloqueando la actividad económica todo lo que la ley le permite y superando manifiesta y escandalosamente ese límite, no ha conseguido mejores resultados que en comunidades como Madrid, en las que sí se ha entendido sin la miopía de Castilla y León que salud y economía y empleo no son términos contradictorios en la ecuación de la gestión pública.

Lo pueden criticar los hosteleros y los empresarios y autónomos del resto de sectores productivos. Lo pueden criticar los profesionales sanitarios, los miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad y hasta lo podemos criticar los columnistas como, reiteradamente, he hecho en estas páginas a lo largo de los últimos meses; porque el columnista no representa más que su propia opinión subjetiva. No sé si éticamente, pero desde luego estéticamente quienes no pueden criticarlo sin caer en la obscenidad más descarnada son los líderes socialistas autonómicos y nacionales (de los provinciales en el caso de Zamora no hablo porque huyeron todos a posiciones más nutritivas).

En los últimos días he oído utilizar públicamente a la zamorana Ana Sánchez, una de las portavoces socialistas en las Cortes de Castilla y León, las expresiones “escandaloso”, “indecente” y “repugnante” referidas al gobierno autonómico, al presidente Mañueco y al vicepresidente Igea en relación a la gestión COVID. La misma Sánchez que antes de que el gobierno de la nación se quitara de en medio para que los resultados del desastre gubernamental inicial, todas sus mentiras, ineficacia y ya veremos si corrupción, se los comieran las CCAA y no el gobierno de Pedro Sánchez, proclamaba en el vociferante tono que la ha hecho célebre entre su mesnada que era momento de ponerse todos detrás del gobierno y apoyar, sólo apoyar.

Esto, por otro lado apreciada Ana, es mugre política de la peor especie. La instrucción académica no se le puede exigir a todos nuestros políticos, la educación sí y en cuanto a la coherencia, dejadnos que, al menos en un asunto tan grave, podamos soñarla.

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