El 16 de enero de este fatídico dos mil veintiuno se nos fue Paco, así, de golpe, en silencio, sin un ruido, sin avisos previos, de forma inmisericorde por lo brutal del hecho en sí.

Nos dejó un buen amigo, un ser humano empeñado en vivir con alegría sin alterar el microcosmos de quienes lo rodeaban, consciente e informado siempre de todo cuanto acontecía a su alrededor, fiel e incondicional a la causa del aleti, amigo de sus amigos fueran estos ministros, pordioseros, analfabetos o vikingos.

Quienes lo conocimos en profundidad valorábamos por igual, su vasto, profundo conocimiento de la Historia humana, su innegable y socarrona capacidad para mixturar grupos antagónicos, viajero impenitente e incansable del planeta o su pasión por las bicicletas en el estío.

Amaba la vida por sobre todas las cosas, con la alegría de un niño consentido y la experiencia del reciente jubilado que se sabe capaz de exprimirla mucho más en el otoño del tiempo.

Te echaremos de menos amigo. Este absurdo virus ni siquiera nos permitió despedirte con dignidad, esa que merecías y ampararte para el viaje que emprendías tan de madrugada.

Nos costará volver a pasar por tus lugares y no encontrarte. Llamarte para un café y que no acudas. No estarás y un montón de circunstancias ya no tendrán sentido, ya no serán las mismas. Pero no te irás de nuestro recuerdo, estás y estarás pervivo hoy y hasta el final, porque has sabido estar en el tejido de esa urdimbre apretada y resistente, la amistad.

Hoy, a un mes de tu precipitada partida, tus amigos te honramos con el recuerdo de tu paso por nuestros caminos y no miento si digo que te echaremos de menos.

Que allí donde estés, la pluma de Maat te lleve a la mejor orilla, con la cálida brisa de un gran día de verano.

En tu nombre, Francisco Quintana Burón.

Compañeros de la Residencia Mixta “Los Valles” de Benavente