Mientras médicos, enfermeras y personal sanitario en general, hacen su trabajo para tratar de acabar cuanto antes con esta pesadilla en forma de coronavirus, somos muchos los que pensamos que podría hacerse todavía más, desde otros ámbitos. El primero que surge es el religioso. La Iglesia católica nunca falla. Ahí está el compromiso firme del Obispado de Zamora de ofrecer los templos de la ciudad para facilitar la vacunación. Todos los recintos de la ciudad son pocos. No obstante hay que tener voluntad, acudir y tratar así de salir de dudas sobre la situación personal de cada quien con respecto al “bicho”.

Para quienes somos creyentes, significa mucho la decisión de don Fernando Valera, nuestro obispo, de sacar a la calle la Cruz de Carne para, en palabras de Monseñor Valera, “pedir a Dios por el fin de la pandemia”. Es la mejor forma de plantarle cara al Covid, con un firme ‘vade retro’. Nos está faltando confianza en Dios. Qué fácil resulta cuando todo va sobre ruedas. Que cuesta arriba se torna cuando las dificultades, las incertidumbres oscurecen tanto el presente como el futuro. Yo creo que no hay nada que modifique la presencia de Dios en nuestras vidas, las de creyentes y no creyentes.

Algunos pensarán que descansar y confiar en el Señor es cosa de beatos, de curas y monjas. Nada más alejado de la realidad. El mismo fervor, salvo que sea estudiado, de los que aman por encima de todo la Semana Santa de Zamora, es el que hay que emplear ahora para confiar en Él. No diré yo que se deje todo para el Señor, debemos seguir actuando con responsabilidad. Creo firmemente que si, individual y colectivamente, se lo pedimos, ante la Cruz de Carne como testigo, las cosas pueden cambiar. La tradición y la fe lo avalan.

La fe no puede flaquear, precisamente en estos momentos. Sería una insensatez. Ya sé que el miedo es libre, pero fe y confianza en Dios vencen al miedo y poco a poco, con su ayuda iremos ganándole terreno a este satán vírico que quiere apoderarse de nuestros corazones y de nuestra fe, después de haberse apoderado de tantas vidas. Los creyentes no estamos ni a la deriva ni perdidos. O eso creo yo. Es también cuestión de confianza. Algunos dirán, ésta nos está soltando una homilía, allá cada cual. Ésta, servidora, hace una reflexión en voz alta. Esta, servidora, si no fuera por la fe, posiblemente habría caído ya. Como le ha pasado a tantos. Confío en la salida de la Cruz de Carne y en la decisión de monseñor Valera.