Inmersos en este pandemónium, vamos poco a poco perdiendo la esperanza y la confianza. Nuestros políticos se desviven por nuestro porvenir. Todas las noches vemos en sus habitaciones la famosa “lucecilla”, como la del anciano que holgaba y cazaba en el Pardo, mientras velan armas, para al amanecer entrar en combate. Lo que a nosotros, pobres castellanos, parecen decisiones arbitrarias del señor, son fruto serio y consensuado de profundas meditaciones. Nuestra Consejera de Sanidad, la doctora Verónica Casado Vicente, camina sobre un monte de títulos, cargos y honores, en la cima ondeando orgulloso cual bandera de la victoria el de “Mejor médico de familia del mundo.” . No faltan lenguas mendaces y viperinas que piensan que es una bomba de humo para despistar al enemigo. Cuantos de los dieciocho Reinos de Taifas que componen el Estado Español, verdes de pura envidia, desearían que su autoridad sanitaria fuera por lo menos una vaga sombra de la nuestra. Por eso, no perdamos la esperanza y confiad siempre en…

F. Mario Santos