En términos económicos siempre se ha hablado de la España de dos velocidades, para tratar de diferenciar a las provincias o a las regiones de mayor y menor pujanza económica. Pero, el caso es que siempre han existido, al menos, tres velocidades, las dos antes mencionadas y las de las autonomías de Navarra y el País Vasco, que, además de formar parte de la España de mayor velocidad, gozan de un sistema foral, en lugar del sistema común, que rige para el resto.

En el caso de Zamora, al pertenecer a la comunidad de Castilla y León, se inscribe en la España de menor velocidad, en la zona baja del ranking. O sea, que podría decirse que pertenecemos a la España de cuarta velocidad.

La existencia del Fondo de Compensación Interterritorial no solo no ha sido una bicoca para esta tierra, sino que apenas ha llegado a notarse. Tampoco han hecho mella las políticas de desarrollo regional procedentes de la CE. Y es que, a la hora de repartir, en el ámbito de nuestra comunidad, las provincias más boyantes, como son las de Valladolid y Burgos, han sido las principales beneficiarias de los recursos y las inversiones.

De manera que, en esas dos provincias, legislatura tras legislatura, y año tras año, el incremento de actividad económica ha aumentado las diferencias con respecto a las demás. La implantación continuada de empresas, ha elevado su nivel salarial y, en consecuencia, los trabajadores de las provincias desfavorecidas se han visto forzados a desplazarse allí a la hora de buscarse las habichuelas. De manera que la población ha aumentado en las dos provincias privilegiadas, y en las otras ha disminuido. Y como consecuencia, el sistema distributivo de la riqueza está siendo cada vez más asimétrico.

El hecho de haber padecido la crisis económica del 2008, y más tarde la del COVID del 2020, ha contribuido a desacelerar la economía. De ahí que se esté haciendo imprescindible la implantación del “Plan de Recuperación para Europa”, cuyo presupuesto asciende a 1,8 billones de euros, y de una manera especial en las áreas y regiones encuadradas en la tercera y la cuarta velocidad,

Porque, en este momento, no existe equidad territorial, ya que no han funcionado los mecanismos de compensación, creados a esos efectos. Una simple observación hace ver a cualquiera que el bienestar social, medido en términos de PIB per cápita, del País Vasco y Navarra, es superior al de nuestra comunidad, y notablemente superior al de Extremadura y Andalucía, por poner por caso.

El que no llora no mama, y en lenguaje coloquial, podría decirse el que no da la lata nada consigue. De manera que, mientras Castilla y León continúe callada, sin decir esta boca es mía (no vaya a ser que alguien llegue a molestarse) no habrá manera de cambiar la situación. De nada servirá irse quejando por los bares si no se canalizan nuestras exigencias en los términos que corresponde, y sean dirigidas a donde deben ser atendidas.

Porque, lo cierto es que, hasta ahora, ni el gobierno central ni el autonómico, han dado muestras de preocupación por el problema de la despoblación en esta región. Y no hay que olvidar que el gobierno central se lo han venido repartiendo entre el PP y el PSOE. Y el autonómico ha estado en manos del PP, prácticamente durante todo el periodo democrático. Pero, sorprendentemente, la gente continúa votando mayoritariamente a esos dos partidos.

Las regiones que se llevan siempre el gato al agua son el País Vasco y Cataluña, cuyos partidos independentistas y nacionalistas cuentan con gran cantidad de votos. En el País Vasco, PNV y Bildu se reparten el espectro de la derecha y de la izquierda. En Cataluña es el partido que ha sustituido a la CiU de toda la vida (ha cambiado tantas veces de nombre, que no recuerdo el nombre que tiene ahora) junto a la ERC, quienes ocupan las dos franjas clásicas de derecha e izquierda.

Esos partidos lo tienen muy fácil, pues solo tienen que limitarse a defender los intereses de su autonomía, fumándose un puro con todo lo demás. Así que, dando la vara, un día sí y otro también, declarándose mártires, y amenazando con frecuencia diciendo que “se van a ir”, van consiguiendo todo lo que se proponen.

¿Bastaría copiar esa estrategia en Castilla y León para revertir la situación? ¿Sería una utopía implantar una discriminación positiva en nuestra comunidad, que consistiera en una bajada de impuestos a las empresas, que estimulara su implantación?