Hace frío y viento. Con frecuencia llueve. A veces graniza. La niebla se presenta de vez en cuando. Casi siempre nieva en altas cotas y de vez en cuando en bajas o incluso al nivel del mar. En julio es cuando no suelen ocurrir estas cosas. En invierno los anticiclones son sinónimo de frío seco y cortante, en verano de calor intenso y sin viento. Las borrascas por el contrario suavizan la temperatura aunque suponen tormentas de viento, lluvia y nieve en función de la estación.

Sigue habiendo estaciones en el año y diferencias climáticas en función de la latitud, según sean zonas ecuatoriales, las franjas de los trópicos o las áreas polares. En la costa de Ecuador la temperatura media se mantiene entre los 25 y los 31 grados con independencia del mes. De Bogotá, enclavada a 2.600 metros de altitud sobre el mar, se dice que es la ciudad de las cuatro estaciones “en el día”. En cualquier época del año y en el mismo día hay frío por la mañana, calor al mediodía, entre medias llueve y a continuación la temperatura baja 10 grados. En el círculo polar ártico la nieve cubre con su manto tierra, árboles y lagos y ríos previamente congelados, entre diciembre y marzo con escasa variación de días entre un año y otro.

Puedes conocer el fuego de los más de 50 grados del verano en Emiratos o el hielo de los 30 negativos del invierno de San Petersburgo. El calor asfixiante a las 8 de la mañana en el Valle de los Reyes en Egipto o el sopor aplastante de las chicharras en Los Llanos colombianos de Villavicencio apenas media hora después de dejar la capital con doce húmedos y fríos grados. Puedes bañarte en un lago congelado en Finlandia con 25 bajo cero o relajarte al aire libre en las termas naturales de Orense.

En Madrid nunca nevó así (desde que existen registros), dicen unos. Hace 50 años que esto no pasa, dicen otros. Los inviernos ya no son lo que eran —escuchamos con frecuencia— ya no nieva, ni hiela como antes, el cambio climático provocado por el hombre ha terminado con aquello, nos calentamos, nos desecamos, las temperaturas se suavizan y eso provocará grandes catástrofes. El mundo se acabará en breve. Pero cuando, como ha ocurrido siempre, cada cierto número de años viene una ola de frío o de nieve como la de estos días (hablamos solo de días), resulta que las temperaturas se extreman y eso provocará catástrofes. El mundo se acabará en breve.

Que el hombre es un ser inteligente es indiscutible. Que a la vez es soberbio también. Nos creemos tan importantes como para poder cambiar en unas décadas de acción humana limitada millones de años de interacciones de la vida del planeta que habitamos, apenas una mota de polvo en algún punto perdido del universo. Proteger nuestro entorno y el medio natural es la mejor garantía de que nuestra vida y la de los que nos sucedan será mejor. Pero sobreactuar solo lleva al ridículo y a que enfrente de los profetas del caos surjan los profetas del aquí nunca pasa nada. Ni lo uno ni lo otro. Disfrutemos la vida, tal y como es.

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