El asalto más sangriento al Capitolio en sus 200 años de historia es la comidilla internacional. Compite directamente con la carga viral que soportamos desde el pasado año. Son los dos temas de conversación del momento. Una vergüenza, un bochorno, una humillación para el todopoderoso país del Tío Sam del que tiene la culpa el presidente saliente, Donald Trump y, lógicamente, quienes han secundado de forma violenta sus instigaciones. Desde que perdiera las elecciones, Trump no ha hecho otra cosa que azuzar contra el presidente electo Joe Biden, a todos los trumpistas, a todos cuantos han creído en sus mentiras que no han sido pocas.

Para Trump y sus seguidores, hispanos y negros son los causantes de todos los males que les asolan. Hispanos y negros han estado siempre en la diana verbal del presidente. Un populista desnortado, un ególatra, un inmaduro, también políticamente. Los populismos es lo que tienen, pretenden dar soluciones mágicas donde no las hay. La realidad nos dice que se aprovechan del descontento generalizado para ofrecer respuestas irreales a los problemas de la sociedad. Los líderes populistas son grandes manipuladores, manipulan la propaganda de la que abusan constantemente mediante las modernas técnicas de comunicación. Por si usted no se ha percatado del hecho, estos líderes populistas aplican los principios de Joseph Goebbles el temido ministro de Propaganda de Hitler. Hay mucho Goebbles por ahí suelto presumiendo de todo lo contrario.

Lógicamente, ha sido inevitable que surgieran las comparaciones de la toma violenta del poder legislativo en Estados Unidos con los episodios radicales de los CDR en Cataluña, llegando a las puertas del Parlament o el no menos ominoso “rodea el Congreso” en Madrid, azuzado por Podemos, cuando un grupo de manifestantes trataron de “subvertir el orden constitucional”. Un orden al que algunos le tienen muchas ganas. No se puede sacar a pasear la lengua cuando se ha incurrido en algo parecido, ni se puede levantar el índice acusador cuando en 2015 se ha instigado en el mismo sentido, sin que mediara una condena explícita de los mismos que ahora se apresuran a criticar lo ocurrido en Estados Unidos.

A Biden no le han dolido prendas en calificar de “insurrección” y de “intolerable” un asalto en el que los implicados “serán procesados con todo el peso de la ley”. Igualito que aquí en España donde los grupos políticos situados en los extremos, los populistas, no dudan en calificar de barbarie lo ocurrido, mientras se niegan a reconocer que muy parecidas fueron las movilizaciones que pretendían llevar a cabo aquella consigna de 2015 consistente en rodear el Congreso de los Diputados. La comparación es inevitable.