En estos tiempos de desasosiego, más si cabe, y como debiera serlo en cualquier tiempo y circunstancia, tendremos que extremar al máximo la labor de prospectiva, de prevención, de consideración de lo que el futuro pueda depararnos en todos los órdenes de la vida, al objeto de tener estudiadas, analizadas, preparadas, habilitadas, etc. Las situaciones y los recursos humanos y materiales con los que hubieren de utilizarse para resolver satisfactoriamente la problemática que en el futuro se pudiera presentar, lo que implicaría más rapidez en la gestión y menos empleo de medios de todo tipo, como sacrificios y sufrimientos humanos, en su caso.

Consecuentemente, cuando de actividades de interés general se trata, normalmente de competencia de los poderes públicos y de gestión y ejecución por las administraciones públicas, la conveniencia de la existencia de una normativa legal reguladora, y previsora, de las situaciones que pudieran presentarse a la ciudadanía como, también, a las entidades económicas y empresariales, etc., como de las estrategias a seguir, medios a emplear, entidades de todo tipo a coordinar y dirigir.

Por lo tanto, y considerando que la realidad, la sociedad, la economía, los activos y demás medios de una nación varían con el tiempo, la regulación jurídica, como la de ejecución, han de procurar de disponer continuamente de información actualizada y fidedigna de las características, del estado, de las carencias, etc., de las instituciones de todo tipo que hayan de tenerse en cuenta en cualquier momento de alerta. Y que se precisen para que colaboren y contribuyan con sus activos a solucionar la problemática de que se trate.

El disponer de datos permanentemente vigentes en un “Conjunto de análisis y estudios realizados con el fin de explorar o de predecir el futuro de una determinada materia”, o sea, prospectiva, según la definición del diccionario de la R.A.E, es inexcusable, fundamental y, por ello, necesaria para afrontar con garantía de éxito, cualquier evento que se pudiera presentar, por improbable que pudiera considerarse, pero que pudiera ser de extrema gravedad para las personas, la salud, el país, la economía o el bienestar general.

Siempre se resuelven mejor los acontecimientos que pudieran presentarse a las personas, a los poderes públicos, a las administraciones públicas, a las empresas, a las organizaciones, etc., si son previsoras, pues les permitirá arbitrar con inmediatez los mecanismos e instrumentos previstos, lo que garantizara el éxito de las decisiones oportunas y la eficacia y la eficiencia en el empleo de los medios ‘ad hoc’.

Y es que la inexcusable actitud de previsión que tanto a nivel personal, profesional, político, institucional, empresarial, organizacional, etc., hay que procurar, viene de “antiguo” contemplado en el dicho “hombre precavido vale por todos”.

Ah, “quédate en casa”.

Marcelino de Zamora