El 2020, conocido ya como el año del COVID-19, termina dejando un lienzo bursátil desigual donde la volatilidad ha sido su marca de identidad. Las Bolsas mundiales cierran un ejercicio donde se han visto caídas muy fuertes, en un fugaz periodo de tiempo, para luego llegar las recuperaciones y tocar, en algunas plazas, niveles máximos nunca vistos. En un principio, el miedo colapsó los Mercados Financieros para después regenerarse; incluso algunos sectores, como el tecnológico, acumulan unas plusvalías que hacen pensar que la crisis sanitaria nada ha tenido que ver con ellos.

El estallido de la crisis sanitaria pilló por sorpresa a inversores y analistas provocando un derrumbe de todos los Mercados, incluyendo activos como el oro que se consideran refugio en época de turbulencia financiera. Ante tal inédita situación, las autoridades monetarias, económicas y sanitarias reaccionaron de una forma coordinada, como nunca se había visto, para atajar un problema económico de tal magnitud que podría haber sido mayor si no se hubiesen tomado ciertas medidas tan contundentes y drásticas.

La caída bursátil del pasado mes de marzo fue de tal envergadura, que la Reserva Federal de los Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra inundaron el Mercado de liquidez monetaria para que a partir de ese momento diese comienzo la recuperación bursátil. Con esa inyección de liquidez, que no viene de ahora sino de la anterior crisis monetaria, se consiguió que se pudiese emitir más deuda, abaratando el crédito y reduciendo el pago de la Renta Fija, lo que provocó un apetito por los activos de más riesgo donde se encontró más rentabilidad.

Por tanto, la evolución de los Mercados Financieros ha tenido dos momentos muy bien diferenciados entre sí: la gran caída bursátil del mes de marzo y la posterior recuperación, sobre todo en el mes de noviembre. Aun así, los resultados han sido bastante dispares entre unas zonas geográficas y otras: Wall Street y el Kospi coreano han visto superados sus máximos históricos, Japón está en máximos de sus últimos 30 años y el Dax alemán se las ha visto y deseado para poder cerrar el ejercicio en positivo. Por el contrario, nuestro Ibex35 finalizó el ejercicio con un descenso superior al 15% (muy por encima del mínimo anual, pero lejos del nivel previo a la pandemia), el peor comportamiento de las Bolsas europeas, después de haber dibujado una horquilla entre máximos y mínimos de más de 4.000 puntos. Similar castigo ha recibido el FTSE londinense que se ha visto castigado por la crisis sanitaria y por la falta de acuerdo con el Brexit.

En nuestra Bolsa patria se penalizó con mucha dureza a todo el sector turístico y la banca, premiando a los sectores de la salud, la tecnología y la digitalización. Como he dicho, el resultado final del Ibex35 ha dejado en pérdidas a la mayoría de los ahorradores/inversores, aunque el balance pudo haber sido peor. Hubo un periodo entre el 19 de febrero y el 16 de marzo que el índice se llegó a dejar un 40%, llevando a algunas compañías a mínimos históricos o a cotizaciones nunca vistas desde hacía 20 años, como fue el caso de los dos grandes bancos y Telefónica. El movimiento corporativo entre CaixaBank y Bankia actuó como catalizador en el sector al anunciar la negociación de su fusión. Es verdad que, en noviembre, con la aparición de la vacuna, la oportunidad de la remontada no se hizo esperar.

Solo 10 de las 35 compañías que componen nuestro selectivo cerraron en positivo. Especial mención merecen Solaria (+247%), Siemens Gamesa (+112%) y Pharma Mar (+66%). Por el lado de las pérdidas la peor posición se la llevó el banco Sabadell (-64%) que vio trucada su posible fusión con el BBVA. De cerca le siguieron IAG (-62%) que se encontró con el cierre del espacio aéreo durante el confinamiento y Telefónica (-42%). En el Mercado Continuo destaca la subida de un +873% de Deoleo y la bajada de Quabit de un -65%.

También merece alusión el Bitcoin por su revalorización al rondar su precio los 30.000 dólares (+300%). El oro también sufrió una interesante subida al llegar a cotizar la onza por encima de los 2.000 dólares. Por el contrario, el bolívar venezolano perdió un 95% de su valor.

La rentabilidad de la deuda soberana y corporativa se ha negociado constantemente en terreno negativo debido a la inyección de liquidez de los bancos centrales y a la bajada de los tipos de interés oficiales, dejando al Euribor en el entorno del -0,50%, beneficiando a los hipotecados y perjudicando a los ahorradores más conservadores. El bono español a diez años, por primera vez en su historia, llegó a cobrar intereses a sus adquirentes.

Curiosamente, las empresas de mayor peso específico en los índices de Wall Street (Apple, Amazon, Google, Facebook…) son las que mejor han sorteado la pandemia y, por ende, han influido en el resultado final de los índices estadounidenses donde cotizan. Por su revalorización, también reciben mención de honor Tesla (+670%), Moderna (+478%) y ZOOM (+410%).

El ensayista Nassim N. Taleb en su libro “El Cisne Negro” nos deja muy claro que, en cualquier momento, sea de la índole que sea, puede surgir uno (llámese mutación del coronavirus u otra circunstancia). Por eso, para bien o para mal, recuerde que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras y que el vaso, aunque lo vea medio vacío, siempre se puede rellenar. Feliz Año y Buenaventura.

(*) Gestor de Activos y Trader Independiente

@ToGarMos