Una buena amiga que he recuperado tras más de cuarenta años de ausencia me interrogó hace unos días con la pregunta del millón: ¿qué balance hacía de 2020? A simple vista puede parecer una cuestión sencilla de responder, pero, al menos para mí, no lo es. La maldita pandemia ha inundado nuestras vidas de nuevas circunstancias, vivencias, lecciones y aprendizajes. Y a estas alturas, cuando preguntamos a unos y otros por el balance que podemos hacer del año que ya se ha ido, las reacciones pueden ser tan diversas como las situaciones personales y colectivas. En mi caso, la respuesta que brindé a la amiga fue casi de urgencia, de “aquí te pillo, aquí te mato”. Para salir del entuerto, solo se me ocurrió echar mano a las tres dimensiones clásicas que aparecían en la célebre canción que marcó una época. ¿Recuerdan que había tres cosas en la vida, salud, dinero y amor, y que el que tuviera esas tres cosas podía darle gracias a Dios? Pues en mi caso, fue lo que hice: valorar, de 0 a 100 puntos, cada una de esas dimensiones.

En salud no pude por menos que asignar un cero como una catedral. No porque, en mi caso, la salud haya sido frágil o porque algún familiar cercano haya sufrido las consecuencias de la maldita pandemia. Afortunadamente, al menos hasta ahora, podemos darnos con un canto en los dientes y tocar madera para que la salud nos siga acompañando. Sin embargo, pensando en quienes se han ido para siempre y, sobre todo, en el dolor que aún está produciendo este maldito virus en tantas familias, solamente puedo otorgar un cero a una dimensión que va mucho más allá de ausencia de afecciones o enfermedades, como nos recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por lo que respecta al dinero, mi calificación fue de 50 puntos. Un término medio para reflejar que, aunque ha habido muchas personas que han perdido el empleo y lo están pasado realmente mal, otras lo hemos mantenido e incluso algunos sectores económicos han crecido como la espuma. Por lo tanto, el balance debe incluir tanto las situaciones dolorosas como las exitosas.

Y por lo que respecta al amor, mi puntuación apenas ha sido de 60 puntos. Aquí entiendo el amor en un sentido amplio, incluyendo los gestos de altruismo, solidaridad y humanidad, tan abundantes durante estos meses en los más diversos escenarios de la vida cotidiana. La puntuación, sin embargo, no llega a un notable, lo cual me preocupa. Podría haber sido mucho más alta si no hubiéramos convivido también con actitudes insolidarias y comportamientos incívicos, tan numerosos tras el final del estado de alarma y aún ahora, cuando debemos seguir practicando no solo el cuidado personal sino también la atención y el respeto que merecen todas las personas que nos rodean. No olvidemos que estos comportamientos irresponsables son propios de quienes anteponen los intereses personales e individuales a los colectivos. Es posible que sea muy duro en mis juicios y valoraciones, pero es lo que siento. En cualquier caso, espero y deseo que entre todas y todos consigamos construir y disfrutar de un 2021 como nos merecemos. Que así sea.