Dice el refranero popular que “de nadie esperes lo que por ti mismo hacer pudieres” y, como en tantas ocasiones, al saber tradicional no le falta razón ni perspicacia. Por nuestro arte, nuestra historia, nuestro paisaje, nuestra naturaleza y nuestras tradiciones, los zamoranos y zamoranas contamos con atractivos más que suficientes para ser considerados Patrimonio Mundial de la Humanidad. A pesar de ello, si no somos capaces de encabezar esta justa demanda y de abanderar la candidatura de nuestra ciudad, no esperemos que vengan desde fuera a enmendarnos la plana, ni a promover aquello que no seamos los primeros en impulsar.

La Junta de Castilla y León, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, afirmó que desde el mes de abril de 2019 había instado al Ayuntamiento de Zamora a enviar informes justificativos para la candidatura de Zamora a ser declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad. Unos informes que, en el mes de septiembre de este año, la Junta afirmó que seguía sin haber recibido. Estamos en vísperas de fin de año y la pelota pasa volando de un tejado a otro y, casi dos años después, los zamoranos y zamoranas seguimos a la espera de que esta situación se desbloquee. Esta declaración, que puede ser entendida como un propósito de año nuevo, no es un brindis al sol, y será crucial para afrontar el complicado futuro al que nos enfrentaremos en los próximos años.

La condición de Patrimonio Mundial de la Humanidad no es sólo el reconocimiento a las virtudes de Zamora, sino que puede (y debe) servir de estímulo para posicionarnos como un destino turístico privilegiado. Un lugar que genere expectativas en futuros visitantes que, en otras circunstancias, no se habrían planteado conocernos. ¿En cuántas ocasiones, algún viajero o peregrino, nos ha confesado la grata sorpresa que supuso para él Zamora? ¿Cuántas veces les hemos oído decir que los azares del destino les hicieron recaer en nuestra tierra y que quedaron prendados de ella? No es un hecho puntual que nos animen a promocionar mejor nuestra ciudad, una ciudad que para ellos pasó de ser una extraña desconocida a convertirse en un apacible lugar al que regresar cuando surge la oportunidad. Probablemente, forma parte de nuestro carácter zamorano no dar excesiva importancia, ni presumir de aquello que nos legaron nuestros antepasados. Pero también es cierto que, para que nuestra ciudad tenga futuro, será imprescindible que compartamos con los demás esa riqueza que nos rodea y que hagamos los esfuerzos necesarios para ser conocidos y reconocidos.

Hace aproximadamente un mes, en un hilo de twitter, enumeraba algunas de las múltiples razones por las que Zamora tiene que ser Patrimonio Mundial de la Humanidad. A buen seguro, en el tintero me dejé algunas que bien podrían engrosar la lista, pero vale la pena recordar las más destacadas. Nuestra condición de capital mundial del arte románico, con una catedral símbolo de los cimborrios del Duero, y con un conjunto de 23 iglesias, murallas y arquitectura civil de este estilo europeo, que forman un conjunto único y excepcional. El paisaje cultural creado por la unión del río Duero y el casco antiguo, en el que la silueta recortada del románico antiguo se sitúa en un espigón sobre el río, marcando un paisaje que une la naturaleza con el hombre, como muestran todas las aceñas ribereñas. No es menos reseñable el papel histórico de Zamora en la época medieval, la historia española es también la historia de Viriato, de Doña Urraca y Sancho II, de Rodrigo Díaz de Vivar y Arias Gonzalo… Ni es desconocida la relevancia y trascendencia de nuestra Semana Santa, nuestras romerías, nuestro folclore y todo nuestro acervo tradicional.

Sin querer hacer aquí una detallada lista ni un panegírico de todos aquellos elementos que hacen de Zamora una ciudad merecedora de ser Patrimonio Mundial de la Humanidad, es justo admitir nuestras fortalezas. La candidatura zamorana no es fruto de un exceso de triunfalismo ni de una exagerada querencia por lo propio. El amor por nuestra tierra es perfectamente compatible con valorar proporcionadamente todos esos elementos que nos hacen dignos merecedores de esa condición. Quizás no vivamos los mejores tiempos para abrir las puertas de par en par a visitantes, pero es necesario avanzar todos los preparativos para que, cuando la situación sanitaria y la actividad económica se recuperen, no nos encuentren con todo el trabajo por hacer y la casa sin barrer.

Solamente si actuamos con prontitud podremos enfrentar en las mejores condiciones posibles el horizonte que se avecina. No es momento de buscar excusas para la inacción ni pretextos para las demoras. Es la hora de dinamizar la candidatura desde el Consistorio zamorano y de conseguir el apoyo de todas las instituciones que quieran sumarse a este movimiento. Desde el Grupo Municipal del PSOE seguimos insistiendo en que el Ayuntamiento de Zamora dé todos los pasos necesarios para superar este parón, y ofrecemos todo nuestro apoyo para impulsar estos esfuerzos que deben materializarse en los informes y en las memorias justificativas pertinentes.

Si queremos que más allá de nuestro territorio se pueda llegar a vislumbrar todo el patrimonio material e inmaterial que se esconde tras la seña bermeja, del que zamoranos y zamoranas nos sentimos tan orgullosos, Zamora Patrimonio de la Humanidad tiene que dejar de ser una vaga aspiración y convertirse en una decidida apuesta de futuro.

(*) Portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Zamora