¿Qué otra cosa se puede pedir? No se me ocurre nada mejor para entrar en el nuevo año. Bueno, la verdad, se me ocurren muchas cosas, tengo en la agenda muchas peticiones, pero ¿qué son sin salud? Nada. Por eso me pido y le pido al Señor para todos ustedes, para todos vosotros: Salud y que todo lo demás vaya llegando por añadidura. Ya sé que el tema económico está por los suelos y sin expectativas de ninguna clase. Quizá esta permanente situación de espera en la que nos encontramos debería cambiarse por otra más beligerante con la realidad que nos toca vivir y con quienes nos conducen por este tortuoso camino sin encontrar soluciones, porque no las buscan.

De este año sólo puedo decir que se vaya a la porra. ¿Quién lo hubiera imaginado cuando dábamos cuenta de las uvas de la suerte en pleno trasvase 19-20? Y eso que, al parecer, el ‘bicho’ ya estaba entre nosotros. No al acecho, sino atacando. ¿A ver de qué las muertes por neumonía, tantas, como se produjeron en el último trimestre del pasado año? Me gustaría que nuestros gobernantes, en materia de salud y de educación, se dejaran de banderías, de colores, del infantil ‘y yo más’ y actuaran en consecuencia, con prontitud, con firmeza, con garantías, con todo lo que hasta la fecha les ha faltado porque, debemos reconocerlo, esto les ha venido grande. Como grande les ha venido, sobre todo a la ministra Celaá, la educación de los niños y jóvenes españoles. ¡Qué desatino el suyo!

Cómo me gustaría que el Niño Dios, recién llegado, no dejase de mirarnos. La verdad es que su venida está marcada por el dolor y la muerte, pero también por la resurrección, porque soy católica y la fe no me flaquea, lo vivo siempre con esa esperanza. Este 2021 a punto de hacer su entrada en el calendario, don Fernando, señor Obispo, me temo que no pueda disfrutar de la belleza plástica, estética, austera, diferente de la Semana Santa de Zamora. Es otra de las cruces que nos toca arrastrar, porque las del Yacente no estarán disponibles, no podrán mellarse sobre el pavimento. Es lo que hay. Es lo que toca. Lo digo sin un ápice de resignación y sí con el convencimiento de que ‘esto’ pasará.

Que nunca pase nuestro interés y especial atención y dedicación a los mayores, a los nuestros y a los de los demás. No podemos consentir otra sangría como la del trimestre maldito y, por favor, ningún niño sin comer, ningún niño sin jugar, ningún niño sin reír en Zamora y provincia. Por lo demás: ¡Salud, zamoranos!