Me adelantaré a mañana. Según cuentan las crónicas periodísticas, la primera vacuna contra la COVID-19 en la provincia de Zamora se efectuará en la residencia Virgen del Canto, en Toro. Como es previsible, será la noticia que abrirá los informativos locales de televisión, las noticias en todas las emisoras de radio y, por supuesto, en los diarios impresos y digitales. Una noticia de tal calibre no puede pasar desapercibida y debe quedar grabada para la posterioridad. Que cuando todo esto haya pasado y, sobre todo, cuando ya no andemos por aquí, que los que se acerquen a la hemeroteca y se detengan en 2020 se topen de bruces con la misma foto que todos esperamos contemplar mañana con nuestros propios ojos. Y que quienes la observen sean capaces de entender el significado de lo que realmente esconde: las ilusiones de tantas personas por ganar la batalla a un enemigo invisible que nos está machacando y, por supuesto, de recuperar todas esas cosas que hemos perdido durante los últimos meses, que ya no volverán.

La foto que contemplaremos mañana será un momento único e irrepetible. Me pongo en la piel de la persona que reciba la primera vacuna y olfateo la emoción que puede producir un hecho histórico de tanta envergadura. ¿Se imaginan que hubieran sido ustedes los elegidos? ¿Qué estarían pensando en estos momentos? Pueden adelantarse a los acontecimientos y realizar un pequeño juego de simulación, porque durante las próximas semanas usted y yo acabaremos recibiendo el primer pinchazo de la vacuna. Y luego vendrán algunos más. Y esas situaciones que viviremos en primera persona se convertirán en momentos muy significativos, en nuevas experiencias que marcarán nuestras vidas para siempre. Porque de eso se trata, ¿no? De que un momento tan especial se convierta en una lección y en un aprendizaje, no solamente a nivel individual sino también a nivel grupal y comunitario. Porque lo que viviremos a partir de mañana por estos y otros lares será un fenómeno social en toda regla, que no puede ni debe pasar desapercibido.

Si el inicio de la vacunación contra la COVID-19 marcará un hito histórico, no estaría mal que quienes aún andamos por estos andurriales sigamos pensando en lo que hemos vivido hasta llegar aquí. Por eso, convendría no bajar la guardia y seguir practicando el sano ejercicio de la responsabilidad individual y colectiva, que comentaba hace siete días. Y que cuando todo esto haya pasado, que pasará, no volvamos a tropezar en las mismas piedras que ya conocemos. Porque aunque la vacuna sea nuestra tabla de salvación, lo único que nos salvará de la catástrofe serán los cambios que todas y todos empecemos a practicar en nuestras vidas, desde la manera de comportarnos con los demás hasta el modo de tratar a quien nos acoge: el planeta Tierra, nuestro hogar, un bien preciado que debemos traspasar a nuestros herederos. Se trata, por tanto, de ser solidarios con las generaciones venideras y de pensar en quienes aún no están con nosotros. Y eso, por lo que parece, se me antoja muy difícil de imaginar y de practicar.

(Deseo final: que sean felices y disfruten del espíritu de la Navidad).