Desde el aciago catorce día, víspera de los idus de marzo, nuestro amadísimo líder nos presentó al enemigo, sin ofrecernos las armas para combatirlo, mascarilla o las tácticas y estrategias, distancia social, evitar aglomeraciones, en fin la educación del pueblo antes de la batalla. Prefirió pregonar las sanciones a los retardados. De nuestros pequeños presidentes al pregonero del pueblo, no menos amados, cada día nos tocan la alborada con un nuevo desatino.

Esta Navidad pasará, tristemente, a la Historia como la del esperpento. Las reuniones familiares serán de seis, ocho o diez personas, sin contar los niños y la abuela. No se admiten “allegados”, ni pertenecientes a un tercer núcleo familiar…No podremos sentar un pobre a la mesa. Una duda me corroe, quién va a sancionar a los que infrinjan la norma; Se chivarán los vecinos, compensarán a los delatores, aunque sean del núcleo familiar, porque efectivos del orden o militares, no tenemos para la Noche Buena de tantos hogares.

Me gustaría gritar, como siempre, Feliz Navidad, pero no puedo. Que el año que viene estemos todos.

F. Mario Santos.