Los días corren. Nosotros detrás de ellos. Hacer que conviva todo aquello que llevamos dentro con lo que nos marcan los ritmos y las necesidades que nos han impuesto siempre tiene alguna víctima. En las cunetas quedan deseos inalcanzables, cosas inservibles, sonrisas del pasado… y seguimos corriendo. Detrás de un autobús, buscando una fecha límite de entrega, pasando hojas de la agenda.

Mirándote hacia dentro, desde fuera, a veces allí mismo, con tu propio yo chocándose con manías y fobias, con deseos y anhelos. Ahí ves cómo la soledad es algo que no se impone, sino que viene con uno. Esa seguridad en que nadie puede comprender lo que allí se halla, en ese lago profundo de cada uno. Paisaje abigarrado donde cuelga todo aquello que ni siquiera se está dispuesto a admitir y que, a veces, te hace dudar entre la cordura y lo que no lo es tanto, entre el ir hacia delante, pase lo que pase, o esconderse tras un árbol, para que pasen todos los demás.

Allí, tras el árbol, algo te da en el hombro. Una canción, una sonrisa, un poema hecho prosa, alguien con genio, un chaval que da con la respuesta sin pretenderlo, un momento pleno… una rama que se desprende de este barullo sin fin donde la gente apenas se mira. Momentos de pausa que vienen hastiados de otros que se quedaron con las ganas de algo, con un proyecto en la comisura de los labios, con un amor que se nos fue de las manos… entonces, en esos ratos, no mirábamos. Nos sentíamos ocupados con lo que nos embargaba y nos llenaba, o que simplemente deseábamos que lo hiciera. Es después, cuando tratamos de digerir lo descompuesto, cuando levantamos la cabeza y miramos alrededor. Buscando ayuda, buscando apoyo, buscándonos, en definitiva. Y miramos hacia arriba esperando que nos roce algo, con sabor a genial oportunidad.

Nos sentimos pequeñitos con los ojos muy abiertos y sentimos más, escuchamos todo y olemos hasta los ruidos, como si se nos hubieran otorgado poderes extraordinarios para la ocasión. Las necesidades aumentan. Las exigencias, también. Has tenido tiempo de mirar tu equipaje, a veces hasta de ordenarlo. Es en ese momento, cuando priorizas las palabras que te llegan, las personas que las dicen… porque tu complejidad hace todo más difícil para ti mismo. Porque miras y te preguntas. Relees y lees, escuchas música olvidada y descubres otra y todo te da pistas que antes no veías… te das cuenta de que hay muchas cosas en la cuneta, por si quieres parar a descansar… y Chloé sigue perdiendo su vida por causa de un nenúfar en su pulmón que le hace respirar en habitaciones que se tornan redondas… Bolaño describe como quien estornuda todo eso que se siente cuando se hace el amor con alguien que realmente ya no está, o que quizás nunca estuvo…Costello insiste en hacer daño allí donde más lo sientes… No sé si siguen escondidos detrás de su árbol o se han convertido en rama que me roza.

El marca páginas de mi agenda baila entre meses por llegar, meses que pasaron, vida por vivir y por recordar. Sea lo que sea, no me siento sola aullando a la luna.