¿Qué es más importante en el desarrollo de un pueblo, el trabajo o el capital? En la política institucional esta pregunta se plantea de manera habitual, y se resuelve en términos generales según la ideología -o su falta- que defiende la derecha, a favor del capital; o de la orgullosa ideología de la izquierda, a favor del trabajo.

En el día a día de los foros de conversación habituales de Zamora, que se considera una provincia con un bajo desarrollo económico, también se plantea la misma pregunta: ¿el desarrollo de Zamora depende del trabajo o del capital?

No voy a hablar del concepto de desarrollo que también es muy diferente según la ideología, y que nos permite valorar y presumir a los zamoranos de lo bien que se vive aquí. Porque desarrollo es un proceso por el cual una comunidad progresa y crece económica, social, cultural, democráticamente y de manera sostenible; es decir, mejorando la vida de la gente. Y en Zamora el problema está en la falta de desarrollo económico y en la amenaza del desarrollo sostenible. Porque en los demás aspectos sociales y humanos tenemos desarrollo de momento, amenazado por la pérdida de población.

Centrándonos solo en el desarrollo económico y en la producción, repetimos la pregunta: ¿qué es más importante para la producción, el trabajo o el capital?

En términos generales y a nivel de 1º de la ESO, los factores de la producción en la economía capitalista se pueden agrupar en tres: tierra, capital y trabajo. La tierra son las materias primas de la naturaleza; el capital puede ser social, que incluye máquinas, edificios, empresas y tecnología –algunos hablan de capital tecnológico por la influencia cada vez mayor que tiene- y capital financiero, referido al dinero. El trabajo no hace falta definirlo, es esa fuerza que los hombres y mujeres aportamos a la producción.

De los tres factores de producción, Zamora posee la tierra, el agua y el clima favorable para el desarrollo. Por lo tanto, se trata de valorar qué otros factores necesitamos para salir adelante.

Los representantes políticos de la derecha en las instituciones zamoranas se escandalizan cuando se aumentan los gastos de personal, o sea, de trabajo, y apuestan por invertir dinero o capital financiero en las empresas que poseen el capital social, como medio idóneo para el desarrollo económico de Zamora. Claramente dan más importancia al capital que al trabajo en su actividad política para la provincia. En momento de crisis como la actual, defienden subvencionar con dinero público a las empresas pero no a los trabajadores.

Para ellos, les recuerdo un cuento de Andersen que, como todos los cuentos, tienen la importante función social de mostrar la realidad a los niños: el del Rey Midas. Se trata de un rey que daba tanto valor al dinero que pidió el deseo de convertir en oro todo lo que tocaba. Convirtió en oro los objetos, los jardines, las calles de su pueblo... Y era feliz hasta que al ir a comer los alimentos se hicieron de oro, y al acercarse su única hija para besarle, también se convirtió en estatua de oro. Evidentemente y como es un cuento, se arrepintió y pudo volver atrás en su deseo y valorar lo importante en realidad: la naturaleza, los alimentos y sobre todo los seres humanos queridos.

¿Y qué sucede con el trabajo y el capital, con el personal y la inversión? Pues algo parecido a lo que entendió el rey Midas: el dinero solo o acompañado de las máquinas más potentes y las nuevas tecnologías, no hace producir a la tierra, ni arregla las carreteras, ni construye las casas, ni cura a la gente ni siquiera telefónicamente si detrás de la llamada nadie hace su trabajo. Un hombre, una mujer sola con el trabajo de sus manos transforma la naturaleza; con el trabajo de su mente inventa máquinas y herramientas.

El oro sin trabajo es un absurdo metal brillante para el rey Midas (y hasta para el emérito que quiere volver a casa por navidad para ver a los suyos). El capital sin trabajo lo mismo, unos absurdos trastos inútiles.

Pese a que en la tradición popular se dice “tanto tienes, tanto vales”, y tanto trabajas más, tanto más haces el gilipollas, en el fondo estamos de acuerdo en el valor del trabajo.

Otra cosa es que en las instituciones la derecha camufle los gastos de personal; o sea, el trabajo, privatizando servicios. En Zamora alguien barre las calles, arregla carreteras, potabiliza el agua, enseña en las escuelas, cuida en la ayuda a domicilio. Alguien trabaja en esos servicios, pero la diferencia con la prestación directa por las instituciones donde dicen que el personal es una carga y llevan congelando las plantillas desde hace años, está en la forma de acceso al trabajo, en los derechos laborales y en los intereses de quienes tienen el capital y de los que trabajan.

Y cuando ya se ha elaborado un producto o prestado un servicio con la aportación de la tierra, del capital y del trabajo, se trata de valorar al que mueve las máquinas con sus manos, ayuda a la gente con sus conocimientos y las organiza con su cabeza. Del que vive de su fuerza del trabajo.

Pero ese es otro cantar. Demostrado el valor del trabajo en el desarrollo económico, valorar el reparto justo de la riqueza para el desarrollo humano y social.

La misma fórmula es válida para Zamora, porque no somos una isla.