La noticia aparecía ayer en nuestro periódico: “Casi el 10% de las gasolineras de la provincia ya funcionan sin personal”. A lo mejor esa es una formula como otra cualquiera de entrar o de estar en la modernidad que a veces echamos en falta, sin embargo no me parece una buena noticia. No me gusta que la máquina sustituya al hombre. No me gusta que el avance suponga suprimir puestos de trabajo y más en estos tiempos duros de narices, cuando la pandemia nos ha hecho polvo en todos los órdenes y sentidos. El económico va a costar recuperarlo.

La modernidad de Zamora me gustaría que se iniciase o que continuase por todos esos proyectos que lleva a cabo la Diputación de Zamora. Me gusta lo que dice y lo que hace Francisco José Requejo que se ha tomado muy en serio las deficiencias por las que atraviesan tantas localidades de la provincia y está poniendo coto a todo ello. La última noticia, también venía ayer en LA OPINION.

Se trata del último convenio de colaboración con la USAL que permitirá a los egresados de la Universidad de Salamanca acceder a puestos de trabajo de carácter temporal en los Ayuntamientos de la provincia. Es una forma de evitar el ‘vaciado’ constante que sufre Zamora. Es una forma de fijar población, de atraer, sobre todo a los más jóvenes que buena falta nos hacen. Hay que despertar a Zamora de su letargo que se me antoja excesivamente largo. Tenemos que revitalizar la ciudad y la provincia. Para ello son necesarias ayudas que se prometen pero que nunca llegan. El Gobierno de la nación y el autonómico podrían muy bien mirarse en el espejo alemán.

En Alemania se va a actuar con dureza en materia de restricciones cara a la Navidad, pero su Gobierno ya tiene preparadas, contantes y sonantes, un buen número de ayudas para que los cierres que se van a llevar a cabo no terminen por ahogar a los empresarios y al público en general. Aquí no, aquí se les atornilla y lejos de perdonar ciertos impuestos fácilmente perdonables, se cobran y si es preciso con intereses.

Que vuelvan todos los estudiantes recién graduados en la Universidad de Salamanca y que vengan, sobre todo, a la Zamora rural, tan llena de posibilidades, aún por descubrir y por explotar en el mejor de los sentidos. Los jóvenes son los que más pueden aportar. En ellos confía plenamente el presidente de la Diputación. Toca volver y hacerlo con perspectivas de futuro. Queremos calor humano, no máquinas ni ordenadores que impidan el contacto personal y que mecanicen nuestras vidas.