Es sorprendente cuando se leen y analizan los proyectos de disposiciones legales, como el dereto que aprueba medidas urgentes para la modernización de la Administracion pública (y para la ejecución del plan de recuperaciíon, transformación y resiliencia) que tengan, en parte, un contenido que la lógica, el sentido común, la buena fe, la lealtad institucional, el sentido del deber, como el ordenamiento jurídico vigente, y la mínima preparación profesional y política; que se supone se ha avalado en rigurosos procesos selectivos de empleados públicos, como dando los conocidos “codazos en el parti”; respectivamente, etc., entre otras consideraciones; debieran estar siempre presentes en el desempeño de cualquier actividad humana, especialmente si es de naturaleza pública y, por ello, encomendada a la Administración pública, como pueda ser la Local.

Y es que se pudiera deducir, que el respeto a la Ley 40/2015, de Régimen Jurídico del Sector Público, en alguna parte de su articulado no se ha respetado; por ejemplo en lo que prevé respecto a la “Cooperación, colaboración y coordinación entre las Administraciones Públicas”, artículo 3.1.k); al reiterarlo el proyecto de Real Decreto- Ley en su artículo 3.h); “colaboración”, por cierto, contemplada numerosas veces, en los preámbulos de ambas textos, lo que destaca su importancia para el fiel y exacto cumplimiento de las competencias de las Administraciones Públicas.

Y es que el conocimiento y puesta en práctica, día a día, y minuto a minuto, de los más elementales principios, técnicas, teorías, conocimientos y saberes de la gestión de empresas y de organizaciones, suficientemente contrastados con éxito en la realidad económica, como son, entre otros, la eficacia, la eficiencia, la innovación, la sostenibilidad, la responsabilidad social corporativa, la diligencia en la toma de decisiones como en el proceder ordinario, la evaluación del impacto económico y social del ejercicio de las competencias que legalmente tengan atribuidas las Administraciones Públicas, el esfuerzo continuo, el procurar la resiliencia, impulsar la inversión en obras y servicios públicos que supone la aplicación de las enseñanzas de Keynes de indudable éxito probado, el extraer enseñanzas permanentes de las actividades pretéritas para mejorar la consecución de los objetivos de las futuras, la digitalización, “la selección, seguimiento, evaluación y coordinación de los distintos proyectos y programas de inversión”, etc., permitirá, asimismo, que los Proyectos Estratégicos para la Recuperación y la Transformación Económica (Perte) sean un éxito, al contribuir a “lograr un crecimiento futuro más sostenible e inclusivo, con una economía más productiva, una sociedad más cohesionada”.

La claridad de ideas de la clase política, como la formación y laboriosidad de los empleados públicos, condicionarán, en buena medida, que la dirección de la Administración Pública y, subsiguientemente, el cumplimiento de las competencias que le encomiendan las leyes, se logre el óptimo bienestar colectivo, basado en una justa, rigurosa, fundamentada y equitativa distribución de los recursos públicos, mediante una “selección, seguimiento, evaluación y coordinación de los distintos proyectos y programas de inversión”; lo cual precisa de mentes abiertas, “ágiles”, adaptables a las circunstancias y condiciones presentes, las previsibles futuras, como las que puedan “surgir inesperadamente”.

La disponibilidad de encuestas de equipamiento e infraestructuras locales lo más realistas y actualizadas posibles, como de datos, al ser posible en tiempo real, relativos a las obligaciones que tienen que cumplir los poderes públicos, como son, entre otros, los ayuntamientos y las diputaciones provinciales, permitirán “estudios, informes y análisis” en base a los cuales elaborar propuestas a las respectivas corporaciones locales y la adopción de acuerdos corporativos objetivos y fundamentados en las auténticas necesidades del territorio.

El “estar al tanto” de la normativa legal que “se avecina”, por los corporativos y directivos locales, contribuirá a que puedan estar disponibles con la antelación suficiente, los recursos humanos y materiales, la documentación administrativa “ad hoc”, como son los planes provinciales de obras y servicios, los proyectos técnicos, los pliegos de cláusulas técnicas y económico-administrativas, etc., pues hay que estar siempre “preparados”; como las “vírgenes prudentes”, “velando”; observando los principios de gestión que el precitado proyecto de Real Decreto-ley prevé en su artículo 3; como también se contempla en la Ley de Régimen Jurídico del Sector Público; y, obviamente aludido en su preámbulo; como lo hacen los de todas las disposiciones legales, que, por cierto, debieran leerse y estudiarse para comprender más y mejor su correspondiente texto articulado; lo que evitará prisas, fallos procedimentales, disfunciones, falta de aprovechamiento de transferencias y créditos, retrasos en la disponibilidad por la ciudadanía de las infraestructuras y prestaciones públicas, y por ello incumplimiento de las leyes, insatisfacción ciudadana, falta de atracción de inversiones públicas y privadas, etc.

Y es que la seriedad, el sentido de la responsabilidad, el afán de servicio, el talento, las ganas de trabajar debieran presidir el quehacer de los servidores públicos; en suma, la educación; no el cotilleo inmisericorde hacía el buen hacer de los que les tendrían que servir de ejemplo, resultado del acceso a la función pública sin “mérito ni capacidad”, sino por relaciones políticas, íntimas, familiares, etc., especialmente en el ámbito de municipios y provincias, auténticos “reinos de taifas”. Y es que debiera procederse a un riguroso examen del valor que aportan a la sociedad del siglo XXI las entidades supramunicipales. Así, “nos luce el pelo”, y luego se quejan de la pésima opinión que tiene la ciudadanía de los “unos y de los otros”. Esperemos, la esperanza nunca se pierde, que se está elaborando en “Madrid” un texto del Estatuto del Empleado Público que reconoce los saberes, la formación continua, el talento, etc. “A ver en qué para”.

Marcelino de Zamora