Zamora ha estado en el lugar que le corresponde. Y me alegro. La celebración del II Congreso Internacional Silver Economy durante los días 26 y 27 de noviembre ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de aproximarnos al envejecimiento desde nuevas categorías y de ver a las personas mayores como un filón de lecciones y aprendizajes que todas las generaciones debemos conocer y compartir. Quienes sigan esta columna dominical habrán comprobado que, siempre que he tenido la ocasión, he despotricado contra quienes escriben o defienden, ya sea en privado o en público, que el envejecimiento es uno de los grandes problemas de esta provincia. Lo diré una vez más: esa conclusión es errónea. Pero da igual: se seguirá difundiendo contra viento y marea. Que en una provincia, como la nuestra, el porcentaje de mayores sea tan elevado (en torno al 30 por ciento de la población) no tiene que representar un problema; al contrario, es un yacimiento de empleo y, lo más importante, una fuente de sabiduría que no puede caer en saco roto.

Me revelo contra quienes siguen manifestando que Zamora no tiene futuro porque aquí residen muchas personas de 65 y más años. Lo que se esconde en un razonamiento tan equívoco es una visión del envejecimiento a la vieja usanza, esto es, como una carga económica y, en definitiva, un sector de población que requiere muchos cuidados, sobre todo a medida que las edades se aproximan o sobrepasan los ochenta años. En fin, ya saben: personas que se limitan a ser consumidoras de recursos privados y, sobre todo, públicos. Quienes mantienen unos discursos tan desafortunados olvidan el empleo que se ha creado en la atención a las personas mayores, no solo en residencias públicas y privadas, sino en la ayuda a domicilio y en la prestación de otros servicios, como comedores sociales, viajes de ocio y tiempo libre, etc. Todo un cúmulo de negocios que han brotado como setas durante los últimos años y que ahora, durante la maldita pandemia, se han visto muy mermados por las restricciones y los protocolos de seguridad que ya conocemos.

Por eso es tan importante que en esta provincia, de la mano de la Diputación de Zamora y de las numerosas empresas, organizaciones y entidades sociales, consigamos albergar un Centro de Innovación Digital dedicado a la Silver Economy, es decir, a la “economía de las canas”. ¿Se acordarán de nosotros quienes tienen que tomar la decisión en las próximas semanas? Algunos hemos intentado colaborar en la medida de nuestras posibilidades y, por ello, me consta el esfuerzo y la ilusión que se esconden tras el proyecto. Si lo conseguimos, Zamora pasará a ser un nuevo referente a nivel europeo en todo lo relacionado con un sector de población que, más que problemas, plantea retos, desafíos y posibilidades en todos los sentidos. Yo tengo confianza en que, por fin y de la mano de las personas mayores, aterricen buenas noticias en esta provincia. ¿Se imaginan lo que supondría la aprobación del mencionado proyecto? ¡Quién lo diría! ¡Los mayores, al rescate de un territorio necesitado de tantas cosas! Que ojalá lo vean nuestros ojos.