Por un lado, el Gobierno de España aconseja en estas Navidades establecer límites en las reuniones familiares y sociales para contener el avance de la pandemia y, por otro lado, el Ministerio de Sanidad dejará salir a la calle hasta la una de la madrugada en Nochebuena y Nochevieja a la vez que ha pedido que se suspendan las Cabalgatas de Reyes. Tengo para mí que pocos Ayuntamientos de España estaban en disposición de llevarlas a cabo. Ambas recomendaciones me parecen de sentido común. Pero como por algo es el menos común de los sentidos, no a todos satisface el asunto de las reuniones familiares que quedan circunscritas a un mínimo de personas siempre que sean convivientes. Por ahí no pasa mucha gente.

Sanidad limita la participación a los miembros que pertenezcan al mismo grupo de convivencia y en el caso de que haya algún miembro externo no conviviente habitual las reuniones serán de un máximo de hasta seis personas y se debe garantizar independientemente si son o no son familiares. Me parece de recibo. Mire que discrepo en multitud de medidas, pero no precisamente en esta. Cerraron la hostelería y los contagios siguieron subiendo. Entonces, ¿dónde está el problema? Pues en eso que Sanidad pretende limitar, en las reuniones sociales y familiares que, al celebrarse en domicilios privados, no trascienden como cuando se celebra un botellón o se hace una ‘quedada’ del tipo que sea.

Este año, ni cenas de empresa, ni reuniones de antiguos alumnos, ni comidas de clubes deportivos ni nada de lo que antes se hacía con tanta alegría. ¿Y qué? No creo que nos muramos por eso. Si logramos atajar el avance de la pandemia nuestro ‘sacrificio’ habrá servido de mucho. Es más, Sanidad se muestra tolerante y dice que esas reuniones podrían celebrarse sin problemas aparentes al aire libre o en terrazas “con máximo de dos paredes” y la garantía total del cumplimiento de las medidas de prevención. Lo que no se puede consentir es que permitan que los hosteleros realicen inversiones cuantiosas en estufas, en mamparas y en muchas más cosas, para luego decirles que no pueden mantener esas terrazas. La hostelería cumple, estoy por ver cómo cumplen los demás. Las reuniones familiares y sociales en domicilios particulares y naves de todo tipo, traerán consecuencias.

En cuanto a la movilidad, ¿para qué viajar innecesariamente? La autoridad debiera señalar cuáles son los viajes innecesarios y los que no. Y, lo demás, consiste en aplicar el sentido común. Y si estas Navidades son diferentes, por el bien de todos, que lo sean. Más vale prevenir que curar, por mucho que nos cueste.