Todo mata. Todo cura, depende de la dosis, desde el más terrible tósigo al agua fresca y cristalina. Lo dijo Hipócrates hace 2500 años. Me uno a la indignación del pueblo de Toro y su alcalde, a Benavente, Miranda, Zaragoza, Granada y a toda la sociedad española que vive directa o indirectamente del azúcar, sea de remolacha o de caña. Parecía que en estos tiempos confusos ya estaba dicha la última mamarrachada, pero ¡NO¡. El ministro del ramo en su preocupación por la salud de los ciudadanos ha lanzado la campaña “El azúcar mata”. Podía desvelarse por la educación del pueblo en muchísimos aspectos, COVID, medicina preventiva, cáncer, hábitos saludables desde la infancia, invertir en investigación y sanidad. Es más fácil sancionar a espuertas, subir los impuestos en las bebidas azucaradas o directamente demonizar al azúcar “principal causa de muerte” en este sufrido país al que el futuro ya le pintaba amargo.

F. Mario Santos.