Suele decirme mi buena madre que “en la política, en la mesa y en el juego, se conoce al caballero”. Tengo para mí que eso de la caballerosidad cotiza a la baja, lamentablemente. No quiero decir que esté demodé, porque ciertas cuestiones son eternas, y la caballerosidad es una de ellas. La actitud o el comportamiento de Donald Trump en la mesa y en el juego, las desconozco, en política deja mucho que desear. Lo grave es que deja mucho que desear tanto cuando gana como cuando pierde. La prepotencia se instala en sus modos y en sus formas en un caso y en otro. Va a dar guerra y, no sólo eso, piensa volver a presentarse como candidato en 2024. ¡Aviados vamos! No ganaremos para quebraderos de cabeza y sobresaltos si por un casual volviera a salir presidente.

A todos nos gusta ganar. Todos llevamos un ganador dentro que no siempre se manifiesta. Ahí es donde radica el problema. Sin embargo coincido con los expertos al señalar que perder puede ser la enseñanza más útil en determinados momentos de nuestra vida. Que perder puede ser incluso saludable para que una persona o un colectivo se ajusten a la realidad y no se envanezcan. El envanecimiento es otro de los problemas que ha hecho mella en la personalidad de Trump. Preparamos a los niños y a los jóvenes para el éxito pero nada les decimos en caso de derrota. Y que mal se asimila.

En su famosa ‘Desiderata’ Rudyard Kipling conforma las reglas del comportamiento ante cualquier vicisitud y aconseja aquello de: “si tropiezas con el Triunfo, si llega tu Derrota y a los dos impostores los tratas de igual forma…” Pues bien, ni Triunfo ni Derrota que valgan, en los dos casos se trata mal a ambos impostores. Con subidón y no sólo de autoestima, sino de vanidad, en el primer caso, con bajón en el segundo pero también con un falso envanecimiento que puede convertir en un monstruo al más sumiso de los humanos. No hay más que ver la actitud de Trump que, por otro lado, tampoco es un humano sumiso.

Hay que aprender, mejor pronto que tarde, que perder es parte de la vida, que es la otra cara de la moneda que puede convertirse en un estímulo. Ganar puede ser fácil, asumir el Triunfo, no. Saber mantener la cabeza alta cuando se pierde y recomponerse de la Derrota, eso es lo verdaderamente difícil. Eso es lo que nos puede hacer no sólo más persona, sino mejor persona. Saber perder es todo un arte. Permanecer elegante, digno y educado constituye una inversión de futuro