Pensando que no tendría salud y que el Monasterio no estaría disponible…Tuve salud y el Monasterio me acogió.

Un año más y previa llamada al padre Francisco, he podido pasar unos días en el Monasterio de la Oliva (Navarra). Eso sí, respetando todas las medidas de Sanidad y en número reducido.

El día 12 de septiembre partimos para la Oliva, mi hijo Nacho, mi nieto Jorge y yo. A las tres nos recibía el P. Francisco (P. Hospedero) en el Monasterio. La denominación completa es Abadía Cisterciense de Santa Maria La Real de la Oliva de la Estrecha Observancia. La llegada del Monastertio este año ha sido bastante triste, uno, por la pandemia del COVID-19 y otro por el fallecimiento el 28 de julio del Abad el P. Isaac Torica. Yo me enteré unos días antes y me quedé sin palabras. El padre Isaac tenía 58 años y siempre tuvo buena salud. Un cáncer de riñón lo llevó al quirófano y una complicación en el postoperatorio acabó con él. Era el verdadero Abad de todo el Monasterio incluidos los que estábamos pocos días. Yo tuve la gran suerte de despedirme de él el pasado año a mi regreso a Castellón. Él estaba recibiendo en la explanada a un grupo de personas que se incorporaban a la Hospedería. Las últimas palabras que me dijo: “Domingo, el próximo año en La Oliva te esperamos”. Yo he cumplido y él… “sigue en La Oliva”.

La otra noticia a mi llegada fue de alegría. Un nuevo abad teníamos en La Oliva. Lo habían elegido la semana anterior. Me informaron que el nuevo Abad es el P. Javier Urós. Me decían que el P. Javier había estado en La Oliva por los años 2000. Últimamente estaba en Hornachuelos (Córdoba). Este Monasterio depende de La Oliva. El abad de la Oliva, es también el abad de Hornachuelos.

Pasados los primeros días, le pedí al abad una entrevista para saludarle y cambiar impresiones sobre el artículo que publicó el pasado año en La Opinión, el Correo de ZamorA, titulado “Mi Benidorm del Norte”. En ese momento le entregué una copia. A los dos días me comunica día, hora y lugar para vernos.

Lo primero que tengo que decir, es que el P. Javier es una persona muy cercana y te lo pone todo muy fácil. Como ya había leído el artículo, lo pudimos comentar. A mí, me interesaba mucho la opinión suya como Abad. Le había gustado mucho y daría orden para archivarlo en los asuntos del Monasterio. Hablamos también del próximo artículo (éste). Le informé que sería completar mi historia de seis días de verano en el Monasterio, pues pienso que por mi edad y problemas de salud no podré volver.

En la entrevista me contó los proyectos para el Monasterio que tienen en el futuro. Proyectos que ya inició el padre Isaac. El proyecto es muy ambicioso. Está tramitado por el Ministerio de Fomento y pueden durar las obras más de un año en su ejecución. Con las obras que tienen previstas, si llegan a buen término quedará el conjunto de La Oliva como uno de los edificios de la Edad Media más importantes de Navarra.

Aunque de una manera muy breve quiero contar a mis lectores dos “curiosidades” que me pasaron el pasado año y que por falta de espacio no pude contar: Una fue la víspera de regresar a Castellón (11 de agosto, 2019). Antes de comer estaba leyendo en un banco que hay en la fuente de la explanada del Monasterio. Un pájaro (jilguero por más señas) se me posó en el libro que estaba leyendo (las fundaciones de la Madre Teresa (Santa)), lo acaricié y lo solté, pero es que a la media hora volvió mi pájaro al mismo sitio que había estado hacía poco tiempo. Lo despedí lejos, muy lejos…

El otro caso que me pasó fue el día 12 de agosto. Último día de mi estancia en el Monasterio. Después de desayunar hago la maleta y dejo todo expuesto. Como es pronto, aprovecho para leer (mi gran afición) como todos los días. Después de comer llegarán a recogerme mi hijo y mi nieta Paula. Veo la hora y hay que ir a comer. Me levanto del banco y en ese momento me doy cuenta de que no tengo las llaves de la habitación. No me lo puedo creer. Miro los bolsillos, por el banco y su entorno nada. No aparecen. Yo nunca he perdido una llave. Recé el Responso a San Antonio que mi abuela me enseñó y que a veces funcionaba en el pueblo. Aquí, no funcionó nada. Las llaves no aparecieron. Me fui a comer y con dolor en mi corazón se lo dije al P. Francisco. Fue como una confesión que se hace después de mucho tiempo y la “mochila” va cargada… El padreFrancisco como buen padre que es, y viéndome tan preocupado, levanta los brazos y me dice “¿Pero por esto te preocupas? Hay copias de las habitaciones y seguro que aparecen”. Solo entonces me quedé tranquilo. Este año cuando he vuelto le he preguntado al P. Francisco si habían aparecido las llaves. Me ha dicho que no se acordaba. Normal, a sus 90 años. ¡El padre Francisco! Alma mater para los residentes en la Hospedería.

Estoy intentando hacerme una idea de que ya no volveré a La Oliva, pero La Oliva no va a dejar de estar en mí: Los Mojes, las horas de culto, las campanas a las 6:30 de la mañana recordándonos Laudes y la Santa Misa. A última hora del día el canto de Completas y con la Salve a la Virgen y la Bendición del P. Abad. A las 21:30h de la noche: Silencio.

El sábado 19 de septiembre amaneció nublado y con lluvia. Visitamos el cementerio de la comunidad Javier, el hermano Ebert y yo (yo todos los años lo visito) y también la Capilla de “San Jesucristo”. Muy pequeñita en pleno Campo de Olivos que es del Siglo XI. Estilo gótico y con arcos cruzados como la Iglesia.

Nacho me está esperando y Javier, mi buen amigo (cariñosamente “Asturies”) no nos deja hasta que el coche arranca. ¿Nos volveremos a ver? Él se queda unos días, y volverá. Yo monto y pongo en marcha mi imaginación… y me digo, “yo también volveré”. Con la imaginación: Todo es posible.

Solo me queda dar las gracias por publicar este artículo (uno más) y a los lectores gracias por haberme leído y perdonen mis deficiencias literarias, pues yo no soy hombre de letras y por ello algunas veces lo haré mal como decía la Madre Teresa (Santa) que hablo como escribo y escribo como hablo. Claro, ella se podía permitir escribir como quisiera, hasta con gracia, siempre lo hacía bien. Era Doctora de la Iglesia. Un saludo desde Castellón. La Ciudad de la Plana.

Domingo García Fuentes.