Los que nacimos en los albores de los 60 hemos vivido diferentes situaciones de nuestro país que han hecho historia: finalización del franquismo, atentados contra la sociedad civil y militar, secuestros, intento de golpe de estado y, aún así, con tantos palos en las ruedas, hemos disfrutado de un equilibrio socio-político de merecido reconocimiento; hoy se suma una pandemia que era la guinda del pastel que nos faltaba.

Ahora estamos viviendo en el peor escenario político, no por la pluralidad ideológica, bienvenida sea, sino por la falta de capacitación de nuestros políticos, es la peor generación de políticos en lo que llevamos de democracia. Es una vergüenza tener a estos representantes que se les llena la boca de populismos trasnochados y trampantojos, sin talla de hombres de estado como los que conocimos en ese crisol ideológico iniciado en los años 60. ¿Podemos decir que cualquier tiempo pasado fue mejor? ¡No, y mil veces no! Lo mejor está por venir, pero cambiemos de actores, no nos merecemos esta clase política.

Los ciudadanos de este país estamos sumidos en el desencanto por participar en este escenario político son nauseabundas las declaraciones de unos y otros que cumplen únicamente el objetivo de confundir y noquear a los que día a día nos levantamos con incertidumbres vitales.

¿A qué se debe esta espiral de despropósitos? El cambio de criterio constante y las consecuencias de conducir a un país a costa de volantazos sin priorizar lo importante de lo urgente hace que todos terminemos con el estómago revuelto en una trayectoria muy incómoda, sin saber quién nos conduce o peor aún dónde vamos.

Este gobierno está sumido en una borrachera de cotillón de barra libre de gasto, exactamente el 115% del PIB, le falta el grito de: -¡otra ronda más hasta que siga abierto el chiringuito! ¿Hay tiempo de seguir mecidos en los brazos de los que se creen el Dios Baco y el Rey Midas de este gobierno? Uno y otro están provocando la mayor miseria que pueda tener un país, la falta de unidad entre sus ciudadanos para salir de la tragedia que ya tenemos sobre nuestras cabezas y la que tiene que llegar, que nos dejará más pobres de cuerpo y alma. Pero no se preocupen señores lectores, que este gobierno nos dará la solución creando un nuevo ministerio, el de la pobreza, para combatir la hambruna del resto de los mortales. ¡Manda huevos!

Este desgobierno ha desprestigiado y enterrado con cal viva lo que aprendimos y enseñamos a nuestros hijos sobre la honradez, el esfuerzo y la responsabilidad, se han hecho influencers de la palabrería, mecenas de las mentiras y patrocinadores de la injusticia social.

¿Quiénes creen ustedes que pagarán la factura de esta juerga de millones? ¿Los más ricos? No se confundan, ¡yo no soy tonto!, también las grandes fortunas sentirán este roto en sus cuentas pero no les quepa duda que podrán aguantar otro embate, usted y un servidor seguro que no.

Señor presidente, no engañe a los ciudadanos con los cantos de sirena de los 140.000 millones de euros que la U.E. le va a dar a su gobierno y que sus palmeros le vitorearon a su regreso de Bruselas. Señor Presidente, diga a los ciudadanos la verdad; Bruselas le ha concedido con condiciones 72.700 millones a fondo perdido, de los cuales 12.600 millones se aportarán por parte de España a la U.E. como cuota que le corresponde como país miembro, cada país tiene su cuota fiscal, unos más y otros menos, lo que quedaría una cantidad de 60.100 millones que sería la donación real, los otros 67.300 millones es un préstamo que hay que devolver, que tenemos que devolver. Esta explicación sencilla es la que todo ciudadano entiende que es muy diferente a la rimbombante cantidad con la que Ud. quiere cegarnos. No hay día que no tengamos un regalito de este gobierno tan oportunista como incompetente, en estos días la elección de los jueces que formarán el Consejo General del Poder Judicial y de lo que depende, entre otras condiciones, que Bruselas nos dé esos fondos o no. El control del Poder Judicial es lo que les faltaba para que cuando les toque pasar por el banquillo, que pasaran por su vergonzosa gestión, salgan con la palmadita en la espalda y con el beneplácito también de la actual Fiscalía. Mientras tanto, van preparando el lavado de imagen a través de algunos medios de comunicación que también han “apesebrado”.

Y con todo este panorama, en otro lugar, mi querido amigo y el suyo, médico de profesión o enfermera por convicción, están jugándose la vida por unos ciudadanos que imitan la irresponsabilidad de nuestros dirigentes: unos hacen botellón en las calles, otros se van a Bilbao en medio de las restricciones de movilidad por el estado de alarma y entre medias alguien suelta un brindis al sol ibicenco olvidándose de los que forman esa cola del hambre que crece cada día para recoger la bolsa de alimentos que dan las diferentes asociaciones vecinales , instituciones, restauradores o el gesto de tu vecino que llegó a tiempo al colegio donde todavía se aprendía de verdad la palabra solidario; y apostillo “ todavía se aprendía “ porque igual, si dejamos que la ministra Celaá siga con sus ocurrencias educativas es muy posible que vea innecesaria también la labor de los docentes.

¡En fin, siempre nos quedará Canarias! que si no está ocupada por migrantes ilegales alojados en los hoteles pagados con su dinero y el mío, podremos avisar al Ministerio de Inclusión como efecto llamada para que nos realoje en una habitación con vistas al interior que con vistas al mar estarán ocupadas.

La solución ante tanto atropello, indignación y abuso que estamos sufriendo, más propio de una dictadura que de un estado democrático, pasa porque esta sociedad anestesiada, perpleja e inmóvil levante la voz como ciudadanos de pleno derecho que somos, sin ningún color político y de todas las ideologías y diga, ¡Basta ya!; exigiendo personas competentes en la política que administren y gestionen correctamente el dinero y los diferentes recursos que ponemos a su disposición. En el momento de extrema complejidad que estamos viviendo en lo sanitario, en lo económico y en lo psicológico, necesitamos recuperar, reencauzar, superar este paréntesis y corregir esta deriva con voluntad y con pasión, con una actitud renovada, con nuestra mejor versión. De no ser así nos sentiremos como victimas silenciosas que permitieron este maltrato.