Zamora no es una isla, y como toda España está sufriendo la crisis del coronavirus hasta en los pueblos más pequeños y aislados donde no llega ni el médico a los consultorios, ni el teléfono móvil o internet para pedir cita, ni hay autobús de línea al Centro de Salud, ni apenas la TV porque no hay señal de TDT. Y sin embargo tenemos el corazón en un puño porque no sabemos si se puede o no salir del pueblo, o de la provincia o de casa, o ir al bar si lo hay, o si van a decretar el estado de alarma o el toque de queda. ¿Qué hacer? seguimos preguntándonos ante el debate político.

Zamora no es una isla sino un lugar del noroeste de España, “allá en tierra leonesa / un rincón se me olvidaba / de un lado la cerca el Duero / del otro peña tajada”, que como si el Romance del Cerco fuera una maldición o una premonición de su futuro, ha seguido olvidada en un rincón del mapa. Pero aunque desde la Edad Media ya empezaron algunos reyes a cercarnos, sufrimos solidariamente con el resto de la España también mía y nuestra -aunque hay quien se arroga la nacionalidad española en el Parlamento- esta pandemia que nos ha hecho olvidarnos hasta de nosotros mismos.

Antes del decreto del estado de alarma ante el virus, las plataformas rurales, asociaciones varias, patronales, sindicatos y partidos, daban la voz de alerta por la despoblación. Y todas las instituciones se unían a las voces de alarma en el real, perdón, en el erial en el que nos estaban convirtiendo: ¡que Zamora se despuebla! “Gran traición han cometido”. (Aunque el Romancero se refería a Bellido Dolfos que salió en su defensa, en lugar de al usurpador Rey Don Sancho, tan campechano al menos en el momento de su muerte).

La alarma ante la despoblación se ha olvidado debido a la preocupación prioritaria que es para los menguados pobladores zamoranos la pandemia que se ceba con los de mayor edad, que somos muchos. Pero no ha impedido que algunos representantes políticos lancen su estado de alarma por otros asuntos de menos importancia o totalmente inoportunos.

Por ejemplo, en Zamora han dado la voz de alarma por la reducción de los servicios del AVE como el “madrugador” a Madrid, precisamente mientras en la Capital de España se confinaban barrios y toda la ciudad, por lo que no se podía ni ir ni venir salvo casos muy justificados. Pero han permanecido mudos ante el olvido de este rincón zamorano en el Corredor Ibérico de transportes, que las Comunidades del noroeste defienden como básico para el desarrollo económico. Y en el que ¡oh, qué sorpresa! Zamora volvía a ser olvidada. Se consolida que los puertos de La Coruña y Vigo se unirán con Europa a través de León y Palencia, pese a que languidece una línea de ferrocarril entre Zamora y éstos que podría dedicarse a mercancías, ahora que ya tenemos el AVE para ir a pasar el día a Madrid y a comprar en el Corte Inglés. Por supuesto, el puerto de Gijón se unirá por la Ruta de la Plata hasta León, y desde allí hasta París y más allá. De Zamora ni rastro.

Tampoco se han alzado voces en el Día de las Mujeres Rurales, que ha pasado desapercibido para las instituciones este año en el que las mujeres llevan el peso de los cuidados ante la enfermedad del Covid como profesionales en los hospitales y la ayuda a domicilio, y como mujeres en las familias. Mujeres que son las que mantienen la población en la zona rural vaciada.

¡Qué pronto se nos han olvidado las prioridades sociales de Zamora!

Fuera de Zamora, el estado de alarma lo daba Vox en el Parlamento con una moción de censura cuyo objetivo no era solucionar las mayores preocupaciones de los españoles, como la pandemia, el paro, el cierre de negocios, la pobreza… sino desgastar al actual gobierno de España. Inoportuno a todas luces justo el día en que en nuestra patria se superaba el millón de infectados por el virus y el pueblo español miraba desconcertado hacia sus representantes que se lanzaban frases de odio, chanzas e ironías, todas ajenas a lo que necesitaba oír y saber.

Ante el olvido del rincón de Zamora y sus problemas, que la Virgen de la Soledad con sus lágrimas haya sido elegida como imagen de las camisetas de un grupo de rock de Inglaterra, parece un soplo de esperanza: ¡Alguien se acuerda de nosotros, de nuestra Semana Santa, de la soledad de nuestra gente! Y lo hace con una hermosa mujer llorando por la injusta muerte de su hijo, por su ausencia. Parece un verdadero milagro ante tanta desolación.

O quizás haya sido el recuerdo de esta tierra por parte de algún hijo zamorano de la diáspora, de esos que todos los años tienen que emigrar fuera a trabajar y que en los últimos años se han ido a Inglaterra. Y que se han infiltrado para promocionar a Zamora, para que no se olvide otra vez más este rincón, y para poner a Zamora en el mapa del que la han excluido sus representantes políticos. O al menos en la camiseta, que está más cerca del corazón.

No conozco el grupo de rock, pero su nombre también es esperanzador: “Bring Me the Horizon”. Traducido en google “Tráeme el horizonte”. Esto va a ser un milagro, al menos de los del Papa actual, que busca la felicidad de hombres y mujeres aunque sean eso que llamamos LGTBIQ y mucho más. Que “hay de todo en la viña del Señor”. (Mateo 21,33-46).

¡Ah! Y para acabar, hay que decretar ya el toque de queda zamorano: ¡Nos quedamos las personas que queremos! Y el confinamiento voluntario: ¡De aquí no se va nadie que no quiera!