La promesa realizada por Sánchez de crear esa cifra de puestos de trabajo en los próximos tres años, anunciada en el acto de presentación de su plan para la recuperación económica, no se la creen ni él mismo ni los propios socialistas. No se lo ha creído casi nadie, porque la promesa suena a vieja, suena con eco del pasado, también socialista. Una promesa que los más veteranos en las lides laborales recuerdan sin mucho esfuerzo. Y eso a pesar del tiempo transcurrido. La efectuó Felipe González en la campaña de las elecciones generales que le auparían a la presidencia del Gobierno en octubre de 1982. 38 años después Sánchez repite la jugada, en su caso, esperando perpetuarse en el poder.

Es posible que para González esa promesa fuera el principal objetivo de su legislatura, para Sánchez no. Los fondos procedentes de Europa se gastarán en fruslerías, en banalidades y no en lo que realmente necesita España para su recuperación. Todos los organismos internacionales nos están avisando del problema sin que el Gobierno reaccione y eso a pesar de saber que el tejido empresarial se desangra y que en un año ha perdido 100.000 negocios.

Volviendo a la promesa de Sánchez, por lo menos y con una mayoría de 202 diputados, Felipe González fue honesto políticamente al declarar: “prometí crear 800.000 puestos de trabajo y lo que creamos fueron 800.000 parados más. Los puestos de trabajo los crean los empresarios, no el Gobierno”. Sánchez es incapaz de reconocer sus propios errores, sus mentiras, tantas, que se extienden a su propia mujer y como no escucha a sus antecesores con algo más de experiencia, prefiere los cantos de sirenas de sus socios de Gobierno y de la ingente cantidad de tiralevitas que le rodean, seguirá metiendo la pata hasta el corvejón.

Ojalá cumpla, pero como siga destruyéndose al mismo ritmo el tejido empresarial, lo veo francamente difícil. Luego, con echar la culpa a los empresarios españoles, los grandes paganos, al cabo de la calle. Sánchez siempre procura salir impoluto de todos los avatares. Lleva diez meses o algo más en el poder y a la inmensa mayoría de españoles que ven la debacle de España se les está haciendo una eternidad. Ni los empresarios, ni la sociedad en general tiene la suficiente confianza en el presidente del Gobierno como para albergar esperanzas de recuperación. Este Gobierno necesita generar un horizonte de confianza basado en tres pilares fundamentales: estabilidad institucional y política y seguridad jurídica. Con el asalto al Poder Judicial que pretenden, ese pilar se cae por su propio peso. Dudo que pueda garantizar sus promesas.