Junto al vasto desierto de la ignorancia se palpa la energía decadente que desdeña todo aquello de lo que no puede hacer uso. Hay personas que son la furia contenida del instinto; sí, la misma que junto a lo ordinario adquiere motivación. Nuestra sociedad, a día de hoy, es la imagen que revela que el mundo está lleno de imbéciles. ¡No es necesario buscar mucho para verlos!

Junto a muchos alborotos se puede ver el compromiso de la ignorancia con el tumulto...

Tengo la sensación de vivir en un mundo dominado por el ruido. Resulta difícil, por no decir imposible, integrarse en una sociedad que a la mínima se enfada y estalla por todo. Es preocupante ver que nos estamos acostumbrado a vivir sin la intensidad del pensamiento; el único que previene el desorden mental y desplaza a el disparate. Cuántas cosas que viven apresadas en la cabeza de los imbéciles buscan ser desplazadas mediante la polémica. Hay personas que aunque nacieran mil veces seguirían siendo el capricho de la genética. Sí, la misma que nos da las proporciones de nuestra mente y nos recuerda la famosa frase “no da más de sí”. Abordemos de una vez por todas la simplicidad y veamos el origen de tanta furia destructiva. ¿Cómo se concibe la vida sin la inteligencia? Creo (opinión subjetiva) que igual que los animales. El instinto tiende a abordar todo con brutalidad, por lo tanto, no es de extrañar, que muchas personas sean la entraña del animal que no logra ser persona.

La vida recompensa a las personas prudentes. Hay muchas verdades que se transmiten mediante el silencio. Vienen tiempos difíciles, tiempos en los que volveremos a ver la muerte cerca. Seamos la consecuencia que respira el sentido común e ignoremos a los imbéciles. Se trata de establecer un orden y darle prioridad a las personas que piensan. Los que hablan por hablar, y además incitan a perder la sensatez, son imbéciles. Sí: imbéciles a todas las horas y todos los días del año. Un juego de metáforas y símiles no siempre es poesía. A veces es basura...