Se cumplen, ahora, 156 años del nacimiento del escritor y pensador Miguel de Unamuno y Jugo, en Bilbao, en el tradicional barrio de Siete Calles.

Él no se resignaba a “morirse del todo”. Y quería conseguir la inmortalidad o un sucedáneo de ello, sobreviviendo mediante su propia obra en nuestra memoria, o en la fama o gloria de este mundo. Tenía la certera esperanza de que el santuario de su creación iba a mantenerse en pie “por los siglos”. Es muy pertinente aludir ahora a esta dimensión primordial de don Miguel, que se denominó a sí mismo “peregrino del ideal ultraterrestre, romero de la inmortalidad”.

Y es que sus ansias de perpetuarse siguen intactas. Igual que su tosco carácter, y su espíritu aventurero y combativo. Se enfrentó contra todo quisqui viviente terrestre y galáctico. Pero lo que más nos ha sorprendido es que Unamuno reaparece –o revive– en un serie televisiva “Star Trek: Picard” que ficciona el final de siglo XXIV. En ella, el capitán de la nave espacial “La Sirena”, un tal Ríos, de origen hispano (venezolano-chileno), cuando le visita el veterano –leyenda viva galáctica– Almirante Jean-Luc Picard, está leyendo “Tragic sense of life” (El sentimiento trágico de la vida), de Unamuno, ¡un libro en papel, y en inglés, ná menos! Don Miguel perdurará hasta los años 2399 y más, gracias a las estrategias audiovisuales, digitales y 3D por mor de sus poesías y ensayos.

Parece ser que los versos del documento testamentario unamuniano se siguen cumpliendo cuatro siglos después de que muriese en una fría tarde de diciembre de 1936, en plena guerra civil española. “…Me destierro a la memoria, voy a vivir del recuerdo. Buscadme, si me os pierdo, en el yermo de la historia…Y os llevo conmigo, hermanos, para poblar mi desierto. Cuando me creáis más muerto retemblaré en vuestras manos. Aquí os dejo mi alma-libro, hombre-mundo verdadero. Cuando vibres todo entero, soy yo, lector, que en ti vibro”.

Y a través del bravo capitán Chris Ríos, Unamuno sigue “viviendo”, con holografías o en la memoria de la humanidad, esté dónde esté y fuera como fuese.

Picard y Ríos, los dos son unamunianos, cada uno a su peculiar manera. A pesar de sus aparentes diferencias físicas y vitales, pueden ser, de hecho, almas gemelas. Uno, lee y habla con Unamuno a través de sus hologramas y libros. El otro, J. L. Picard, un gran humanista, amante de los clásicos y de la filosofía, se parece, se ve reflejado en Ríos como cuando él era joven.

Picard, exalmirante de la nave espacial USS Enterprise D y E –de la Flota Estelar–, ya longevo con más de 80 años, parece que en la serie televisiva está escribiendo su epílogo intersideral. Y como Unamuno, el viejo “JL” quiere dejar testamento para los suyos, los de ahora, los del futuro e incluso para los del pasado.

El libro en inglés, que lee y relee Ríos, es el ensayo donde Unamuno plantea el problema de la inmortalidad, el conflicto entre la razón y la fe, además de la crisis racionalista de la modernidad, para tratar de darles solución. Ante la muerte certera del ser de carne y hueso, Unamuno rechaza el erostratismo, que consiste en desear la perennidad solo en la memoria de los demás, a través de las obras, o en la búsqueda de la fama a cualquier precio.

La verdadera tragedia de la existencia para Unamuno consiste en saber por la razón que la perpetuidad es una fantasía inexistente, y desde la fe creer en la persistencia de la vida después de la muerte.

Por eso, el andarín Unamuno rememora las andanzas quijotescas y emprende una travesía galáctica. Pero ahora los molinos de viento sí se han convertido en desaforados gigantes, seres orgánicos o sintéticos, ciborgs, androides, humanoides, vulcanianos, o terrícolas…

Y qué batalla ideológica, vivaz, va a tener nuestro poeta y filósofo español (vasco-salmantino) con los apasionados, traicioneros y oportunistas romulanos, líderes y raza dominante del Impero Estelar Intergaláctico. “No saben los romulanos y remanos espaciales (de los planetas Rómulo y Remo) la que les espera con Don Miguel”. Será una lucha titánica para eludir el aniquilamiento cósmico y sobrevivir más allá de la muerte.

Los guionistas y el director de la serie “Start Trek: Picard” fantasean, como también Almenábar lo realizó en su film sobre Unamuno, y otros tantos literatos, periodistas, investigadores y documentalistas. Y con esta pirueta de producción televisiva se enclava a don Miguel en otras civilizaciones, otras globalizaciones posibles. Porque ante la imposibilidad de ensoñar con el futuro más allá de los límites de la distopía, lo que queda es echar la vista atrás. Eso es ucronía, un subgénero que se acomoda cada vez más en la literatura, el cine y las series. Pero la ucronía ha dejado de ser un subgénero marginal para infiltrarse en una cultura mayoritaria y no asociada a la ciencia ficción.

Por las tinieblas del abismo sideral cabalga de nuevo Unamuno, cual Quijote. Adelante, don Miguel, ya podemos gritar la derrota “¡Por fin murió la Muerte!”