Llevo algún tiempo tomando nota de personajes relevantes de la vida política que con frecuencia aparecen en este periódico haciendo declaraciones que según el nivel intelectual se le supone son coherentes. Solo voy a referirme a cinco de ellos, tres extranjeros: el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump; el de Brasil, Bolsonaro y el de Israel, Netanyahu. Los otros dos son de la “casa”, una es la presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Isabel Díaz Ayuso y el último aparecido el exministro del Interior, don Jorge Fernández Díaz.

El presidente Trump cree que quien domina los twitt dominará el mundo y cada mañana nos obsequia con unos cuantos chismes de la esfera privada que abarcan todos los papeles del teatro cómico. Un joven estadounidense que sueñe con ser presidente de su país debería ir adiestrándose en el uso correcto de las palabras como hacían los antiguos griegos y romanos para dominar, primero a su país y después ser respetado en el mundo entero.

Al presidente brasileño, Bolsonaro, desde que lo conocemos sabemos, qué cosa es un activista y lo que se espera de él es que salga subido en un tanque como el ruso Boris Yeltsin.

Los israelíes que se manifestaban la semana pasada por el asesinato del Yakib Abu al Kiyan, gritaban que querían saber la verdad porque dudan de que su presidente Netanyahu, que no para de hablar apasionadamente de asuntos que no afectan para nada al bienestar de los israelíes, les diga la verdad sobre el caso Abu al Kiyan y sobre los temas de corrupción que se le atribuyen.

Por lo que respecta a la presidenta de la Comunidad de Madrid, la señora Ayuso, su personalidad de colegiala de primero de bachillerato, ha dado lugar a que se hable de la posible salida de la presidencia, lo que refleja hasta qué punto no está a la altura de lo que necesita la Comunidad, incapaz de llevar alivio a la gente de los barrios que más necesita la ciudad. No sabe hacerlo, incluso a los socios de Gobierno les parece que no es capaz de entender la dimensión del problema sanitario. Que es indiferente y vive una vida de presidenta como si fuera la directora de una comedia de Plauto en la que el marido llama a su mujer “mi mujercita”. La señora Ayuso cuando sale al ágora, que es todos los días, los profesionales de la sanidad de Madrid le dedican algún adjetivo que se usa como bandera de burla.

El rastro que el exministro Jorge Fernández Díaz, dejó de su paso por Interior ha dado lugar a ser citado como imputado por varios delitos cometidos por ordenar a, casi un centenar, de altos oficiales del Cuerpo Nacional de Policía realizar funciones consideradas como delitos graves en el Código Penal Español vigente. Su historia pertenece a una época desaparecida, pero nuestra sociedad necesita saber si empleaba tiempo extra para dar instrucciones a tanto funcionario o las meditaba mientras escuchaba la homilía matinal diaria del sacerdote oficiante. En cualquier caso parece que la meditación no era un arrepentimiento, ni meditado ni espontáneo. No olvidaremos continuar lo que se presenta como una larga cadena de hechos nada honorables para un exministro español.