Los vítores estuvieron dedicados a Su Majestad la Reina doña Sofía cuando participaba en la limpieza de las playas malagueñas, dentro de una campaña de recogida de basura en entornos naturales en la que viene participando desde 2018 a través de la Fundación que lleva su nombre. No es la primera vez que vemos a la Reina Sofía remangarse y pisar el barro. Por cierto, no se vio ni en Málaga ni en ninguna otra playa del litoral español, a ministra alguna del PSOE o de Podemos. No quisieron mancharse las alpargatas de verano. Mucho decir de palabra y poco hacer de obra. Así cualquiera.

Aquellos y aquellas que viven empeñados en criticar a la reina Sofía, con argumentos falaces, con insinuaciones alevosas, con una carga republicana de profundidad, se equivocan de medio a medio. Qué saben, los que dicen saberlo todo, de la verdad que esconde el silencio de la reina y su comportamiento intachable, digan lo que digan. La reaparición de la reina doña Sofía se produjo tras las duras declaraciones de Corinna Larsen, la hetaira mejor pagada del mundo, en las que afirma que doña Sofía y el ex presidente Mariano Rajoy quisieron llevar a cabo un complot contra el Rey Juan Carlos. Bastante tenía Rajoy con contener a su ‘tropa’ y la Reina su prestigio.

Esta…, como la llamaría yo, esta tipa, alucina en blanco y negro, se ha creído la reencarnación de Lady Di, se ha montado una conspiración a su medida, se ha propuesto echar leña al fuego que alimenta cierta izquierda contra la Monarquía, y en ello sigue, esperando que le suelten otro porrón de dinero, para callarse durante un lustro más. Eso es así, por mucho que algunas voces femeninas e incluso masculinas se alcen para defenderla. Corinna ha crecido en la horizontal y siempre le ha ido muy bien. Y a mí las mujeres que ascienden por la horizontal, me repelen.

Aquí, la única que ha conspirado para echar a doña Sofía de su casa, la única que ha querido joder a España, la única que ha intrigado hasta hartarse con lo más repulsivo del país como Villarejo, la única que ha complotado contra el propio Rey Juan Carlos mientras le hacía arrumacos, ha sido Corinna Larsen. Llamémosla por su verdadero apellido porque esta impresentable fue princesa por su matrimonio de cinco años, al que sacó mucha rentabilidad, con el príncipe Casimir zu Sayn-Wittgenstein-Sayn. Poco se habla de su primer marido, el británico Phillip Adkins. Por cierto, Corinna mantiene sendos contenciosos con el británico, con el príncipe Casimir y con el Rey Juan Carlos. Es una verdadera especialista.