No sé si es que a Sánchez le va la marcha, le gusta provocar y meter los dedos hasta la campanilla, es un tonto el haba, es un “psicópata”, como han dicho tantos, o qué. Lo cierto es que le ha cogido el saborete a defender lo indefendible, a dar de lado a las víctimas y alinearse con los verdugos. Y eso es lo que viene haciendo desde que formara sociedad con Podemos. Como todo se pega menos la hermosura e Iglesias no es precisamente un varón hermoso sino todo lo contrario, hete aquí que ha vuelto a pifiarla con la lengua, y cuando no es la lengua son los hechos, diciendo algo que a todos nos ha provocado la arcada, directamente el vómito y un asco que se acrecienta conforme discurre la legislatura.

Espero y deseo de corazón que las futuras leyes de la memoria democrática condenen el terrorismo etarra, el del Grapo, el del FRAP y el islamista para así hacer justicia a las víctimas de todos ellos y que dejen de tocarnos los ovarios de una puñetera vez. No me extraña que las víctimas de ETA hayan alzado la voz contra el presidente del Gobierno tras dar el pésame, como si hubiera hecho algo magnífico, a los etarras disfrazados de demócratas tras el suicidio en prisión del etarra Igor González Sola, un angelito con las manos manchadas de sangre que, al cabo de los años, no ha podido soportar sus crímenes y se quitó de en medio. Y eso que Marlaska lo había acercado al País Vasco.

Poco se ha lamentado Sánchez, en el Senado y en el Congreso, de los atentados constantes que miembros de la Guardia Civil y la Policía Nacional sufren por parte de narcotraficantes o de inmigrantes que han perdido el respeto a la autoridad. De estos y de tantos fallecidos a manos de Eta, Sánchez no ha dicho ni pío. Ni un lamento, ni una lágrima forzada, nada. Por esa regla de tres que él mismo se ha inventado y si su sectarismo se lo permite una vez que ha sentado ya varios precedentes, tiene que condolerse y hacerlo públicamente, por los presos comunes que se quitan la vida en las cárceles españoles, porque posiblemente sean más humanos que el etarra fallecido, Otegi y todos los filoetarras que ahora pretenden darnos lecciones de democracia.

La carta que recién han enviado las víctimas de ETA a Sánchez, le recuerda al presidente algo que constantemente olvida: “Esos cuya muerte usted lamenta son nuestros verdugos”. Ni puñetero caso. Este tipo, Sánchez prefiere alinearse con los malos de solemnidad.