En recuerdo de la actriz Diana Rigg.

Lo bueno sirve siempre de ejemplo; o debiera servir si la gente se preocupará de tenerlo en cuenta, de buscarlo, de analizarlo, de asimilarlo, de aplicarlo a sus múltiples obligaciones; como son entre otras las profesionales, ciudadanas, familiares, vecinales, de relaciones con los demás, etc.; lo que redundaría en su mejor cumplimiento y, por ello, en la mejor satisfacción, respeto y consideración de sus congéneres, todo ello tan escasísimo en estos tiempos de pandemia física y, sobre todo, “mental”.

Y si se utiliza el “coco” para algo más que llevar la “boina”; y, además, como el común de los mortales se cree tan guapo, tan listo, tan inteligente, tan observador, tan preparado (no sé en qué, por cierto), con dominio de “tropecientos idiomas”, de informática, ni te cuento, “mu viajaos”, mu chistosos y graciosos, mu guays, vamos, etc., etc., etc., y me faltan etcéteras, se habrán dado cuenta de la cantidad de manifestaciones humanas de todo tipo y naturaleza que “enseñan” numerosos aspectos, comportamientos, actitudes aptitudes, conocimientos, sensibilidades, etc., muy a tener en cuenta para asimilarlas para mejorar continuamente la pobrísima condición humana; lo que a veces hace dudar sobre la existencia de un Creador eterno, si tan pésimo “producto” elaboró; lo que requiere inteligencia, sentido del deber, afán de superación permanente, humildad, ganas de seguir aprendiendo, “ad infinitum”, de lo mejor y de los “mejores”, que “haberlos, haylos”, etc., comportamientos casi inexistentes.

Las películas, por ejemplo, proporcionan infinidad de enseñanzas e información de cómo es lo excelente, pues, normalmente, todas las profesionales que aparecen en sus “títulos de crédito”, son lo mejor de lo mejor en los distintos “oficios cinematográficos” que confluyen en su producción. Además, como arte que es, la creatividad que conlleva impulsa, e implica, la innovación constante del lenguaje que le es propio, de la escritura de los guiones que le sirven de base, de la composición musical para subrayar el tono de las secuencias, la fotografía rompedora, basta recordar la de Ciudadano Kane, entre otras muchas, y cómo no, las interpretaciones de los grandes monstruos de la pantalla como Charles Chaplin, etc. Y los grandes filmes, como cualesquiera otras manifestaciones del pensamiento humano, bien elaborados, son intemporales, no pasan de moda, son apreciados y útiles a las generaciones futuras por su calidad que impulsa a conocerlos y a disfrutarlos.

“Los vengadores”, “The Avengers”; su título original al ser rodada en la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y creada por Sydney Newman; es una serie de telefilmes de los años 60, que reunía una magnífica escritura, tanto literaria como de imagen, unos actores totalmente entregados a la interpretación de sus respectivos papeles, modernidad en el montaje, glamour en el decorado, vestuario, maquillaje, etc., ritmo en el desarrollo de sus escenas y secuencias, etc., con música trepidante. Es, por todo ello, que aún hoy se puede visualizar sin complejos, con ojos de asombro al comprobar que su mensaje y “british” humor siguen vivos; y que hasta su “cabecera” pudiera parecer de “hoy mismo”. Y qué decir del papel que tan bien interpretaba Diana Rigg, recientemente fallecida, en el personaje de “Emma Peel”, mujer profesional, que se “bate” en plano de igualdad, por no decir de superioridad, con el “sexo opuesto”, (a recordar uno de los episodios donde vence con el florete a su “compi” “John Steed”, interpretado por Patrick McNee); de aguda perspicacia, elegantemente vestida, de serena belleza, etc. En https://www.franceinter.fr/emissions/, hay un reportaje, con video, sobre Rigg.

Lo bueno, lo excelente, siempre perdurará y se recordará. A tomar nota de lo “mejor de los mejores”, si es que se quiere cumplir con la sociedad y ser recordados como gente de bien.

Marcelino de Zamora