E insoportable, insufrible, incomodo, indefendible, ilógico y todo lo que a usted se le ocurra decir sobre la creciente oleada de ‘okupación’ que sufre España. Las cifras de okupación son abrumadoras. Además de a los edificios propiedad de los bancos, los okupas le tienen un especial cariño, a los domicilios de la gente decente y esforzada, fundamentalmente ancianos y gente trabajadora. Bien cierto es que, a lo largo y ancho de este verano, han sido muchos los okupas que se han decantado por las urbanizaciones de lujo y los chalés con piscina y otros atractivos que pasan por el jakuzzi. Tontos no son, desde luego. Viviendas a todo meter, con los gastos principales pagados y también con el frigorífico y la bodega, e incluso las dos, repletas.

Los datos ascendentes preocupan a los vecinos y también a la policía, no tanto a las administraciones, a la clase dirigente, quizá porque tienen sus domicilios protegidos y custodiados por las Fuerzas del Orden y eso les permite ausentarse tranquilos, sin la preocupación con que lo hacen cientos de familias que no saben si al volver de vacaciones, de fin de semana, de compras, del médico o lo que sea que les obligue a ausentarse unas horas de su hogar, se van a encontrar con el panorama de que unos desaprensivos, frescos, canallas y cerdos (lo digo por las condiciones en las que dejan las casas que okupan) estén usufructuando el sudor de su frente con el que han regado cada metro de sus hogares.

Barcelona se lleva la palma. En la Ciudad Condal se okupan cada día veinte inmuebles, lo que viene a suponer casi la mitad de las irrupciones ilegales en domicilios, locales, o naves industriales que se registran en España. Los que legislan y los que imparten justicia parecen lavarse las manos, ateniéndose a la letra de la Ley. Una ley injusta, obsoleta, absurda, contagiada, en la que deben entrar a fondo, realizando una cirugía invasiva, sin retoques y sin maquillaje. 7.450 inmuebles okupados durante el primer semestre de este año es una cifra insostenible, es allanamiento puro y duro para el que los defensores de esta especie urbana no tienen argumento alguno.

Dicen que Fiscalía e Interior están tratando de atajar la okupación a marchas forzadas. Eso dicen fuentes interesadas porque, a la hora de la verdad todo sigue como estaba. Bueno, todo no, las comunidades de vecinos han empezado a reaccionar, se han unido y lo están haciendo francamente bien, aunque sea a la brava. A ver a qué esperan para elaborar instrucciones y protocolos que agilicen la respuesta en los casos de usurpación.