¿Saben cuál es el cargo laboral más incómodo ahora, a principios de septiembre, en España? El de director y directora de centro educativo. Temblando, están temblando ante lo que se les viene encima. La tembladera afecta también al resto de personal docente y no docente que trabaja en escuelas, institutos y universidades. El mal se extiende a niños y jóvenes, a sus padres, un poco a la sociedad en general, pero lo de los directores y directoras es puro disparadero, viven en permanente ataque de nervios. Las medidas para luchar contra el covid son como las predicciones del tiempo mediante el sistema de las cabañuelas: vamos a ver qué pasa, a ver si acertamos, ¿y si no? Pues nada. Otra vez será. En último extremo, ahí está el confinamiento. ¿Y el riesgo de que el país se nos vaya por la gatera? ¡Bah!, ya lo evitará Europa.

Los políticos han hecho de tales, viva el tancredismo. Se han mirado unos a otros durante varios meses: con 17 comunidades autónomas alguna consejería del ramo aprobará algo, ya veréis, ya veréis. Y si no, pues Sánchez, el predicador de la pandemia, ya saldrá, ya saldrá con las recomendaciones. Pues no, al final todos a la carrera. El nuevo curso ya está aquí y la nueva normalidad da un miedo de aúpa. Temblando están los directores y directoras de centros educativos. Viva la improvisación y el sistema autóctono de ensayo-error.

El distanciamiento de metro y medio entre alumnos lo han calculado como si los chavales fueran estatuas de mármol, sin perímetro ni geografía, ¡qué bien se ven los puntitos sobre el plano!, ¿dónde está el nuevo personal, ese que va a ventilar las clases, limpiar las mesas, los servicios, las instalaciones...?, ¿dónde está el presupuesto?, ¿el distanciamiento social no vale para el transporte escolar?, ¿quién va a controlar a los estudiantes en los recreos...?

Muchos de los debates este verano en los medios de comunicación sobre el inicio del curso han sido un dolor: pobrecitos, pobrecitos los alumnos, los vamos a exponer al contagio.... ¿Y maestros y profesores, muchos de riesgo por su edad avanzada? Nada, como si no existieran. Hasta algunos padres se han olvidado de los docentes. Temblando están los directores y directoras de centros educativos. Y maestros, maestras, profesores, profesoras, trabajadores y trabajadoras. Y personal en general del área educativa. Y... ¡Que Dios nos pille confesados!