A una semana para el inicio del curso escolar la disparidad de criterios entre las distintas comunidades autónomas no hace sino acrecentar la incertidumbre de los padres, sobre todo en el caso de Infantil y Primaria, y abonar las bases de movimientos contrarios a que los niños regresen a las escuelas. El obligado descenso en la ratio de alumnos por clase para garantizar la seguridad de estudiantes y docentes frente a un COVID con el que de momento tenemos que convivir obliga a habilitar nuevos espacios e incluso a establecer turnos de mañana y tarde, algo que se presupone ocurrirá en grupos de Bachillerato. En la provincia de Zamora si algo hay son colegios cerrados, una treintena en la última década. Ahora es el momento de volver a abrir sus puertas.

Nerea, Iván, Sara y Edurne fueron los últimos alumnos que pisaron el colegio comarcal de Mahíde, que cerró el pasado mes de julio tras 42 años de historia. Cuando abrió en 1978 contaba con 300 escolares, todos de la comarca de Aliste. Hace diez años la cifra era de 30 hasta caer, ya en este último curso, a tan solo cuatro. La maestra, Gabriela Coco, se lamentaba en este diario: “¿Qué será de este colegio, un fantasma más en la Zamora despoblada?”. Ahora, cuando el regreso a las aulas es inminente, colegios como el de Mahíde pueden desempeñar un papel estratégico. Con su reapertura, y una vez que las administraciones se han comprometido a aumentar el número de profesores, no solo se evitarán desplazamientos en autobús de los estudiantes, sino que se permitirá que se mantengan en los pueblos más próximos con el arraigo que ello conlleva. Más seguridad y menor colapso en otros centros educativos.

Igual que ha ocurrido con los recortes en servicios sanitarios, si algo ha puesto en evidencia la pandemia del coronavirus es que hay pilares básicos que sostienen a una sociedad, y el educativo también lo es. Donde hay colegios, hay familias. Y donde hay familias hay proyecto de futuro y asentamiento de población. Sin niños no hay escuela. Y las escuelas traen niños y arraigo. En el caso de los centros rurales, con pocos alumnos, la relación docentealumno es distinta, más personal, como si se tratase de clases particulares.

Las cartas ya están sobre la mesa y cada comunidad autónoma ha explicado sus planes para el inicio del curso. En Castilla y León se contratará a 800 nuevos docentes para reforzar unas aulas con menos pupitres. Ante cualquier sospecha de un caso de coronavirus tanto el profesor como los alumnos quedarán en cuarentena; se suspenden las actividades extraescolares y los centros de enseñanza contarán con equipos COVID para realizar los test PCR a los posibles casos. A ello hay que añadir la contratación en la provincia de 200 personas encargadas exclusivamente de las tareas de limpieza y desinfección de las instalaciones.

Los planes de la Junta no terminan de convencer a una minoría de padres de alumnos que se han unido en Zamora a la plataforma Derpa, que critica la idea de “grupos de convivencia estables” que ha gestado la Consejería de Educación, y que consideran poco seguros por el contacto directo de los niños durante al menos cinco horas con hasta 25 personas con las que no conviven habitualmente. Ahora, la incógnita está en saber si estos progenitores cumplirán su amenaza de no escolarizar a sus hijos salvo que se les ofrezca la alternativa de que puedan estudiar desde casa. Una escolarización que es un derecho entre los seis y los 16 años. Ante las quejas, el Procurador del Común de Castilla y León ha puntualizado que la Administración debe revisar todas las medidas necesarias para garantizar “la máxima seguridad” y advierte sobre “la escasa madurez y autonomía de los niños más pequeños en cuando a las medidas higiénico-sanitarias que han de ser adoptadas”.

De cualquier modo, y retomando el planteamiento sobre las instalaciones rurales, si las casas en los pueblos se han revalorizado desde el inicio de la pandemia, lo mismo debería ocurrir con los colegios comarcales que hasta hace unos años prestaban un servicio esencial a los alumnos del pueblo en el que se ubican y en los de las inmediaciones. Recuperarlos en esta crisis, también educativa, contribuiría no solo a capitalizar el mundo rural, sino a garantizar una enseñanza con las máximas garantías.